Estadistas, historiadores y literatos rindieron tributo ayer al escritor ruso y Premio Nobel de Literatura en 1970, Alexander Solzhenitsin, autor del Archipiélago Gulag fallecido la noche del domingo en Moscú a la edad de 89 años a causa de uan insuficiencia cardíaca aguda. El jefe de Estado ruso, Dmitri Medvédev, y el primer ministro, Vladímir Putin, fueron los primeros en presentar sus condolencias a la familia del escritor, a la que también expresaron su pésame los presidentes de Francia, Nicolas Sarkozy, y de EE UU, Georges W. Bush.
Solzhenitsin, condecorado en dos ocasiones por su participación en la Segunda Guerra Mundial, fue condenado en febrero de 1945 a ocho años de confinamiento por llamar a Iósif Stalin «el bigotudo» en una carta enviada a un amigo cuando se encontraba en el frente de Prusia Oriental de camino a Berlín. Alcanzó la fama tras la publicación en 1962 de la novela Un día en la vida de Iván Denísovich, sobre la vida de los confinados, y en 1970 obtuvo el Premio Nobel de Literatura por «la fuerza moral con la que siguió las tradiciones de la literatura rusa».
En 1974, cuando se publicó en Occidente el primer volumen de Archipiélago GULAG, para el que entrevistó a 227 antiguos presos de campos de concentración soviéticos, el escritor fue deportado a Alemania Occidental y privado de su ciudadanía. Tras vivir en Suiza y Estados Unidos y enseñar en la prestigiosa universidad estadounidense de Stanford, Solzhenitsin regresó a Rusia en 1994, tras 27 años de exilio, atravesando todo el país en tren del extremo oriente hasta la capital de Rusía, Moscú.
Aunque trabajaba sin cesar en su archivo y su obra completa, el escritor se sentía mal desde hace tiempo y eludía la vida pública, y el año pasado no pudo acudir al Kremlin para recoger el Premio Estatal, que le llevó a su casa el entonces presidente Putin. Pero tuvo fuerzas para grabar un mensaje televisivo en el que expresó la esperanza de que su obra, centrada en las represiones políticas en la URSS, quede en la memoria del pueblo ruso y lo ayude a evitar nuevas tragedias históricas.
«Hemos perdido a un gran hombre y gran escritor, cuyos libros cambiaron la mentalidad de millones de personas, que revisaron su actitud hacia el pasado y el presente del país», declaró ayer, muy afectado, el ex presidente soviético Mijaíl Gorbachov, quien subrayó que Solzhenitsin «fue uno de los primeros en denunciar la esencia infrahumana del régimen estalinista», y con sus libros y crónicas de los campos de concentración «hizo una aportación inapreciable a la superación del totalitarismo» en la Unión Soviética.
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