Toni Marí, Marga Torres y López Garí presentaron ayer la restauración. Fotos: P. PALOMARES

JULIO HERRANZ

Desde hoy hasta el próximo 5 de julio podrá visitarse (de 11,00 a 14 horas, salvo domingo) en jornadas de puertas abiertas la restaurada torre de sa Sal Rossa de Platja d'en Bossa, también conocida como Torre del Carregador de la Sal, cuya recuperación fue presentada ayer por la consellera de Patrimoni, Marga Torres; el director insular del ramo, José María López Garí; la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Sant Josep, María Ribas, y el arquitecto Toni Marí, responsable de la intervención integral de esta torre de defensa y refugio del siglo XVI, con un presupuesto de 259.303 euros. Las obras comenzaron el 5 de marzo de 2007 y concluyeron el pasado 20 de mayo.

Las visitas a la torre de sa Sal Rossa contarán con un guía que explicará las características de la torre y de su restauración, que permite distinguir la estructura original del siglo XVI del añadido que se realizó en el siglo XVIII. Ya sin jornadas de puertas abiertas, la torre podrá visitarse hasta mediados de octubre, gracias a un convenio de colaboración que firmarán próximamente el Consell d'Eivissa y el Ayuntamiento de Sant Josep. Además, la Conselleria de Patrimoni ha encargado un proyecto de museización o centro de interpretación, que se realizará el próximo año.

Historia

La torre del Carregador de la Sal se construyó durante la segunda mitad del siglo XVI. Ante las frecuentes incursiones de piratas turcos y berberiscos que asolaban las islas del Mediterráneo, la torre se concibió como refugio colectivo para los pobladores de los alrededor, particularmente, los que trabajaban en la recolección de la sal, entonces principal riqueza de la isla, que se embarcaba por el anexo puerto de sa Xanga. Este es el motivo de la gran capacidad interior de la torre de sa Sal Rossa, que permitía acoger sin problemas entre 150 y 200 personas; capacidad muy superior a la que tenían las torres militares de defensa del siglo XVIII, destinadas únicamente a acoger el personal de servicio destinado a la torre, los víveres, armas y municiones para la defensa del enclave.

Las señales visuales que se utilizaban para la comunicación eran de fuego por la noche y de humo por el día. Fuego que se hacía directamente sobre la plataforma de la torre para que fuera visible desde lejos, aunque en ocasiones se utilizaba un ingenio parecido a una jaula de hierro colgada de una percha, denominada fester, que también se usaba como faro.

El papel la torre de sa Sal Rossa fue de primer orden mientras tuvo como misión la defensa del Carregador de la Sal, uno de los lugares de mayor importancia económica de la isla. Con el decurso de los tiempos fue disminuyendo su papel predominante, a diferencia de la relativamente próxima torre de ses Portes, que junto con la de s'Espalmador tenía como función principal defender el paso entre Eivissa y Formentera. Los dos torrers que tenía asignado prestaron servicio en la torre hasta 1867, cuando este cuerpo de guardia fue disuelto.

El arquitecto Toni Marí explicó ayer en la presentación que en la restauración se había mantenido como estaba una especie de gran ventana tosca, como si la hubiera abierto un cañonazo; y se ha reconstruido en un saliente de la plataforma la base donde se ubicaba un cañón de defensa, del que no se tiene noticia de cuando desapareció. En cuanto al interior de la torre, se han recuperado las tres plantas, comunicadas por una escalera de caracol con puntos de luz; plantas que acogerán el próximo año un centro de interpretación patrimonial.