Los primeros días de Bartomeu Marí (Eivissa, 1966) al frente del Museu d'Art Contemporani de Barcelona (Macba) están siendo movidos. Han pasado sólo unas dos semanas desde que ganará por concurso el cargo de director, que dejó vacante Manuel Borja-Villel al ganar la dirección del Museo Reina Sofía, y aún sigue ejerciendo el cargo que tenía hasta ahora de conservador jefe del importante museo.
-¿Sigue aterrizando en el cargo?
-Sí, porque hasta que no me hayan sustituido en mi anterior cargo tengo, como se dice vulgarmente, el culo entre dos sillas. Estoy pendiente de muchos detalles que hacen que todavía no esté del todo en la piel del cargo. Lo que estoy haciendo estos días es meterme todo el museo en la cabeza. Para ciertos temas tengo que hacerle sitio a cosas a las que no le he prestado mucha atención hasta ahora.
-¿Cómo se elige al nuevo conservador jefe del Macba?
-Es un cargo de confianza del director del museo.
-Por cierto, ¿es renovable el cargo del director?
-A partir de un contrato de cinco años, es renovable, sí; mientras las dos partes tengan interés en hacerlo, claro.
-¿Obliga el cargo a mucha labor de representación oficial?
-No, porque la cultura catalana no tiene ese espíritu cortesano de la representación. Es una cultura del trabajo y de la eficacia y no hay, digamos, necesidad de presencia de representación más allá de las que están ligadas a la actividad del propio museo. No tengo ningunas obligaciones más allá de las lógicas del museo.
-¿Tendrá que viajar mucho?
-Eso sí. El trabajo propio del director incluye bastantes viajes. Ya pasaba en mi cargo anterior, más relacionado con la faceta científica y de preparación de exposiciones. Digamos que es necesario ver las cosas y las personas en directo para hacer esto.
-¿Está el director exento de comisariar exposiciones?
-No, no, para nada. Soy un director comisario y vengo del trabajo con los artistas. Voy a seguir haciendo esa tarea, aunque, evidentemente, mucho menos, porque tener todo el museo en la cabeza no permite ir en profundidad al conocimiento de obras de artistas como requiere el comisariado de exposiciones. Haré algunas, pero no tantas como ahora.
-Para este año, ¿cuál o cuáles serán las exposiciones estrellas de este museo?
-En principio, recomiendo cada una de las exposiciones del Macba; pero las cuatro que coinciden actualmente en el museo son extraordinarias, por ellas mismas, en su combinación y en las posibilidades de lectura que ofrecen. Estamos hablando de artistas de diferentes generaciones y de contextos muy diferentes también, pero con un grado muy alto de ebullición del ambiente dentro del museo. En otoño estamos preparando una gran exposición temática sobre la historia de la fotografía, su papel como documento y la noción de encargo fotográfico, que ha sido una tipología poco estudiada y que tiene una significación muy particular, por cuanto no se habla del problema del realismo en la fotografía o del problema de la fotografía con relación a lo que es la representación de la realidad.
-Dirigir el Macba, ¿significa para usted haber alcanzado un techo en sus aspiraciones profesionales?
-Primero, creo que es un enorme reto; y si no es un techo, al menos es algo que me merece toda la atención para los próximos años, y que espero que continúe apeteciéndome dentro de muchos años más. Pero, fundamentalmente, es un reto muy entusiasmante, desde luego.
-¿Ve bien a Borja-Villel al frente del Reina Sofía?
-Sí. Creo que a Manolo debía apetecerle muchísimo enfrentarse a un museo como el Reina Sofía, con su escala y sus medios; sobre todo por lo que significaba de ser de los últimos museos problemáticos en el mundo. Problemáticos en cuanto a su historia y a su futuro. Estoy seguro de que se lo está pasando muy bien repensando y reinventando el museo y empezando a darle la vuelta como a un calcetín, tal ha dicho en alguna ocasión. Para alguien de su carácter y de sus conocimientos, es de los mejores regalos que le podían haber hecho.
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