Joaquín Roselló, Patricia Boned y Júlia Ribas, ayer durante la inauguración de la muestra conjunta en la galería Via 2 de Eivissa

JULIO HERRANZ No es la primera vez que pasa. La galería Vía 2 de Eivissa volvió a resultar ayer algo pequeña para acoger a los amigos, familiares y aficionados al arte en general que acudieron a la inauguración de una exposición. La causa en otras ocasiones (Tur Costa, 'Portmany', Narcís Puget...) era la relevancia y prestigio de una trayectoria larga y de mérito, o motivada por algún homenaje puntual. En esta ocasión, el encuentro tuvo un cariz bien diferente, ya que el pretexto era una muestra de tres artistas jóvenes de la isla: Patricia Boned, Júlia Ribas y Joaquín Rosselló. Jóvenes, sí, pero suficientemente preparados para enfrentarse al juicio ajeno, ya que los tres vienen desarrollando desde hace unos años una trayectoria personal con voz propia y diferenciada, aunque con un punto de encuentro común, el de la figuración, cada cual a su manera y bastante contrastada entre sí.

Para la ocasión, Patricia Boned y Júlia Ribas han seleccionado cada una once obras, mientras que Joaquín Roselló cuelga siete. Realizadas con acrílicos en el caso de Boned y Roselló, mientras que Ribas se decanta por una pintura materia rica en texturas que ayudan a revelar su intención. «Fueron ellos los que nos pidieron de presentar sus obras en la galería, y nos pareció una buena idea, pues es una apuesta por la pintura joven de la isla en tres artistas que se puede decir que son de la misma generación, pues en años están entre los 30 y los 40; y además, los tres son figurativos, aunque muy diferenciados entre sí», explicó ayer a este periódico el responsable artístico de Vía 2, Carles Fabregat.

Buen conocedor del trabajo de los tres, el también director del Supermercat de l'Art apuntó los rasgos de cada uno de ellos: «Patricia Boned hace una figuración muy esquemática, muy de pintura de línea, que ha ido despojando cada vez más de elementos superfluos y dejándola en lo esencial; prácticamente de trazo y con una temática que casi siempre representa mujeres tocadas por la melancolía. Al menos en su última etapa, porque antes había figuras hasta divertidas. Creo que al hacer el mínimal en formato grande enfatiza la figura, siempre blancas sobre fondos de color sobrios. Una obra que me parece interesante».

De Júlia Ribas, Fabregat recordó que su pintura se mueve entre dos estilos, «el de temas ibicencos y el africano, que es en el que se ha traído para esta exposición». Obras «en las que aparecen unas figuras solitarias, normalmente enfrentadas a la enormidad del desierto, que pinta con predominio de colores ocres. Aquí ha hecho una innovación que me gusta mucho, con cuadros sin figuras humana, sólo con vasijas y utensilios de barro, que producen una sensación enigmática que está muy bien».

En cuanto a Joaquín Roselló, «hace una pintura bastante distinta a la de ellas. Hecha mano de un humor un tanto surrealista y simbólico, y juega mucho con el elemento agua (peceras, lagos, lluvia...) Surrealismo como el de un hombre que pasea un perro por la calle bajo la lluvia; y toques simbólicos en algunos de los cuadros en que aparecen ángeles; por ejemplo. Un mundo el suyo que resulta sugerente y algo inquietante a veces», subrayó Carles Fabregat.