Juan Diego Botto no acompañará al equipo que presentará en Can Ventosa mañana (21'30 horas) y el domingo (19'30) La última noche de la peste, la segunda obra que escribe el actor argentino. Un montaje dirigido por Víctor García León y protagonizado por Raúl Arévalo y Manuel Solo. «Me gustaría ir, pero ando bastante liado estos días levantando la producción del montaje de Hamlet que voy a dirigir. Pero conozco Eivissa, por supuesto; ¿ y quién no?», apuntó ayer a este periódico.
No vendrá con el equipo, pero la recomienda vívamente. «García León es un director fantástico y los dos actores son muy buenos. La obra tiene mucha gracia, hemos tratado de poner mucho sentido del humor y es una reflexión que, cuanto menos, te hará pensar un poquillo sobre el teatro y sobre si merece la pena o no un teatro social o político», explicó.
La primera obra que escribió Juan Diego Botto fue El privilegio de ser perro; «un texto sobre el exilio y la inmigración»; y la tercera, en colaboración con su madre, Cristina Rota, fue Despertares y celebraciones. «Creo que es la que mejor me ha salido. Ya está estrenada, sí. Ahora estoy escribiendo otra, pero he tenido que pararla por los preparativos del montaje de Hamlet», precisó el polifacético e inquieto personaje.
En cuanto a la motivación que le empuja a escribir, Botto sólo necesita que algo o alguien le pinche o emocione. «La verdad es que no tengo aprioris cuando escribo. El primer impulso es visceral y me lo puede provocar la ilusión, la rabia o el mosqueo por algo. Entonces me pongo a escribir y es un poco lo que va saliendo. Después, una vez que llevo diez o quince páginas es cuando decido la estructura», afirmó.
Actor, autor y director, tres caminos que en el caso de Juan Diego Botto pueden parecer complementarios, pero con claras preferencias. «Sobre todo soy actor; es lo que más me gusta hacer de todo lo que tengo entre manos. Lo que pasa es que he encontrado mucho placer en escribir y mucho placer en dirigir. Así que aprovecho la oportunidad de poder hacer todas estas cosas con las que disfruto bastante».
Hace pocos días, con motivo de la muerte de Fernán-Gómez, muchas cadenas ofrecieron una imagen de un Juan Diego Botto realmente compungido abrazado a Emma Cohen, la viuda del gran maestro; como si su muerte le hubiera afectado mucho. «No es que fuéramos íntimos, pero, por supuesto, lo conocía bastante, como también a Emma. Y sí, me ha dicho todo el mundo que salí llorando y tal. Yo no sabía que había cámaras dentro del Teatro Español; creí que todas, que eran muchísimas, estaban fuera del teatro. Así que una vez dentro me relajé y, bueno, me dejé llevar por la emoción del momento. No sé, es como cuando se muere tu maestro del colegio, ese que te marcó y al que nunca olvidas. Pues era un poco esa sensación la que sentí con la muerte de ese gran maestro que fue para muchos Fernando Fernán-Gómez. Una grandísima pérdida, desde luego», concluyó apenado Botto.
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