La cisterna púnica se encuentra en la calle Santa Maria de Dalt Vila, detrás de Can Botino.

JULIO HERRANZ

Una cisterna púnica de considerables dimensiones (5,8 metros de largo por 1,2 de ancho; no se ha llegado aún al fondo) ha sido descubierta en la calle Santa Maria (tras Can Botino), a los pies de las murallas renacentistas de Eivissa. No se trata de un hallazgo propiamente dicho, pues ya se conocía su existencia desde finales de los 80, en una campaña del módulo de arqueología de la Escola Taller de Eivissa. Campaña que no pudo completarse entonces y que ahora está siendo posible gracias al Plan de Excelencia del Ayuntamiento de Eivissa.

Su teniente alcalde de Promoció Turística i Cultural, Lurdes Costa, explicó ayer el objetivo de esta nueva campaña: «La labor principal era retirar los escombros que ocultaban ese poblado fenicio, recuperarlo, limpiarlo y ponerlo en valor. La zona junto a la muralla, que gracias a esta limpieza han aparecido unos cuatro metros de lienzo, se ajardinará para mejorar su estética; y pondremos carteles informativos donde la cisterna que expliquen lo qué fue ese poblado». Costa añadió que aprovechando estos trabajos, se han retirado las cajas de luces que iluminaban la muralla y la Catedral. «Se aprovechará toda esta remodelación para modernizar esta iluminación».

Por su parte, la arqueólogo Rosa Guerrea, técnico de patrimonio del Ayuntamiento de Eivissa, explicó que la zona «se identificó con un barrio púnico, ocupado seguramente desde la creación de la ciudad. La zona más importante sería la del Castillo y la plaza de la Catedral. Habría una acrópolis y la zona habitada se fue extendido por la vertiente que bajaba hasta el Puerto». La arqueóloga del Ayuntamiento precisó que lo único que queda del barrio púnico «es una impronta sobre la roca; porque al construir las casas recortaban el substrato rocoso para adaptarlo a la planta de la vivienda, sobre la que levantaban una, dos o tres plantas». Afirmación sustentada «por la documentación que se tiene de la época. Las fuentes clásicas nos hablan de que Eivissa era una ciudad con casas importantes bellamente construidas».

Rosa Gurrea aventuró que, además de las cisternas púnicas encontradas en Dalt Vila, «pueden aparecer pozos, silos, cualquier tipo de cavidad subterránea que pudiera tener una vivienda». Y refiriéndose a la de la calle Santa Marí, precisó: «Es de las más grandes que tenemos documentadas, parecida a otra que descubrimos en el Castillo». Además, la arqueóloga recordó que hace ya años en esa misma calle se hallaron «unos enterramientos de época fenicia, los primeros de la ciudad. Una vez analizados y estudiados, han sido de gran interés para confrontarlo con todo lo que es el uso de la necrópolis del Puig des Molins».

En el equipo que está realizando esta campaña, que está previsto concluya antes de Navidad, trabaja a pie de obra la arqueóloga Glenda Graziani, quien precisó que aún no se había llegado al fondo de la cisterna púnica. «Llevamos dos metros; y sospechamos que fue recortada en la época de construcción de la muralla. Hemos encontrado cosas muy interesantes, como son niveles de abandono paulatino, porque los estratos son de derrumbe natural en una zona muy limitada. Luego la roca hace un escalón natural al aproximarnos a la muralla».

Graziani añadió que la cisterna se abandonó antes de la construcción de la muralla, «lo que deja un nivel cerrado que no ha sido retocado desde el siglo XIV o así y en el que estamos sacando cerámicas islámicas y cristianas».