Un arquitecto respetuoso con el paisaje donde vive y trabaja.

JULIO HERRANZ

El arquitecto formenterés de 30 años Marià Castelló ha ganado el Premio Ópera Prima del certamen Art Jove 2006 con un edificio que acoge un estudio de arquitectura y una vivienda mínima. Está ubicado en Camí Vell de la Mola, en un fragmento representativo del paisaje interior de la isla de unos 30.000 m2: «Un pequeño bosque de savinas, romero y enebro y muros de piedra seca sobre una topografía prácticamente plana donde había que emplazar un espacio para vivir y trabajar», según explica Castelló en la memoria del trabajo ganador.

El premio está dotado con 3.000 euros. El arquitecto, que se presentaba por primera vez a este premio, donará la mitad a la Fundación ACOES de Tegucigalpa. La obra ganadora y una selección de las participantes en el certamen que organiza el Govern balear serán expuestas en el Casal Solleric de Palma desde el próximo 15 de noviembre al 15 de diciembre.

No es el primer galardón en la corta pero intensa y fructifera trayectoria profesional de Marià Castelló. En 2003, recién acabada la carrera, obtuvo el prestigioso premio de arquitectura de la Fundación Dragados, el más importante al que se puede acceder desde el ámbito académico, por su proyecto de final de carrera: un centro cultural que se ubicaría junto al Jardí de ses Eres ideado por Elías Torres. Trabajo que no ha sido realizado, como tampoco lo fueron otros dos proyectos de ese mismo año que concibió para su isla: la Plaça Europa, que tenía que ser costeado por la proscrita ecotasa; y una intervención paisajística en el Camí Vell de la Mola para el Consorci Formentera Desenvolupament. Dos proyectos que quedaron parados por el cambio de gobierno en la isla. Otros proyectos con más fortuna, pues están a punto de realizarse, son la restauración de la torre de defensa de Punta Gavina y de las Gracies Reials o Fites del siglo XVII de Marc Ferrer y Antoni Blanc.

Caraterísticas
En la memoria del edificio premiado, es Pujol de s'Era, Marià Castelló aporta todos los datos y características de un proyecto que surgió «de una manera de afrontar la profesión en un momento muy concreto de mi vida, en 2002, cuando finalizó mi formación de arquitecto en la Escuela Técnica Superior de Barcelona».

En cuanto a la intervención en sí, «busca refugio entre la vegetación existente y un fragmento de muro de piedra colocada en seco. Son estas dos directrices las que condicionan las dimensiones, la orientación y la altura total de una edificación de geometría austera que guarda paralelismos con la tradición arquitectónica de Formentera (...), que busca la contextualidad a través de las relaciones con el entorno, dejando de lado el mimetismo».

El estudio y la vivienda están ubicados y armonizados con intención funcional. «En el extremo norte ubiqué el estudio de arquitectura, en el cual abunda la luz natural durante todo el día. Para nosotros (comparte el estudio con su socio, Jaume Luis) era una prioridad en este espacio conseguir evitar la sensación de cautividad -aunque pasemos mucho tiempo trabajando-, haciendo muy permeable visualmente uno de los cerramientos, con el fin de incorporar al interior el paisaje rural que nos rodea».

En cuanto a la vivienda, «está concebida para mí y mi pareja como un refugio temporal que se abre completamente al sur buscando el sol, así como el máximo intercambio entre interior-exterior», apuntó el arquitecto.

El singular edificio premiado, «que por un pequeño retranqueo perimetral en sección da la sensación que levita sobre el terreno en el que se emplaza», ha aparecido (con fotografías y detalles técnicos) en el número de septiembre de la revista Diseñ.Art.