El cineasta británico Nick Bromfield se ha inspirado en unos hechos reales para denunciar, en «Ghosts», la lacra de «la esclavitud moderna», la inmigración ilegal, en un filme que abrió ayer tímidamente la Sección Oficial del Festival de Cine de San Sebastián. Más brillo y glamour tuvo la gala de la noche, en la que Pedro Almodóvar recibió el premio Cipresci de la crítica internacional por su último film, «Volver».
El 5 de febrero de 2004 veintitrés inmigrantes se ahogaron en la bahía de Morecambe, en Gran Bretaña, donde se encontraban mariscando. Fue un hecho sobre el que el Gobierno pasó de puntillas y no ofreció ninguna respuesta a las familias de aquellas víctimas, procedentes de China, que hoy siguen luchando por pagar a los prestamistas el dinero del viaje que en su día emprendieron esos hombre y mujeres en busca de un mundo mejor.
«Ghosts» arranca con la escena en la que la marea desborda a los inmigrantes. Y se cierra con la misma imagen, a la que se añade la de una de las supervivientes, Ai Qin, una madre soltera que, después de sufrir ocho años trabajando en las cloacas laborales del Reino Unido, se reúne en China con su familia. Una gota de esperanza desesperanzadora que funde realidad y ficción, pues es la propia Ai Qin, que sobrevivió a la tragedia, la protagonista de «Ghosts». De esta forma, ella vuelve a revivir para la pantalla lo que fue su largo viaje -seis meses- desde una zona rural del Sur de China, sin esperanzas de futuro, hasta su llegada a Gran Bretaña, donde tendrá continuamente a los mafiosos prestamistas pegados a sus talones.
Nick Broomfield, autor de la polémica «Kurt & Courtney», se salta así la fina barrera que separa ficción y realidad, para denunciar la impunidad de las mafias que trafican con seres humanos, la condescendencia de las grandes empresas de sectores como el de la alimentación, la construcción o la industria hotelera; o la complacencia de unos funcionarios que aceptan sobornos a cambio de permisos de trabajo falsos. Y lo hace, como explicó ayer después de haber sido instigado por la periodista de «The Guardian» Hsia -Hung Pai, quien se hizo pasar por ilegal durante un tiempo y aportó un valioso material para construir la película.
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