Nieves Portas.

JULIO HERRANZ

La vocación por la danza de Nieves Portas le viene de bien chica: «A los tres años empecé en la academia de Carmen, porque mi madre veía que bailar me encantaba». Ya apuntaba, pues, maneras esta ibicenca que defiende la fusión como señas de identidad artística; y biológica: es hija de ibicenco y andaluza; hasta con un puntito de look árabe («me lo han dicho alguna que otra vez»). Con sólo 22 años, su carrera de bailarina, bailaora y coreógrafa promete llegar lejos. De momento, está «superfeliz» con su último trofeo: el segundo premio en el XV Certamen de Coreografía de Danza Española y Flamenco, que se celebró en el Teatro Albéniz de Madrid el 24 de junio.

Pero ya tenía en su haber el premio a la Mejor Creación en el concurso de la Semana Interartística del Real Conservatorio Profesional de Danza de Madrid («el que tiene más prestigio de los tres que hay en la capital»), en 2002, cuando se graduó tras estar allí tres años. «Allí estudió también mi amiga Rocío Osuna. Otro ibicenco, Carlos Laínez, que está ahora allí y hace clásico, va a llegar lejos», apuntó a este periódico Nieves Portas, que se encuentra pasando unos días en su isla «para cargar pilas», después del premio y antes de volver a Madrid, donde vive desde hace seis años.

Pero miremos atrás aún, a sus años ibicencos. Tras la academia de Carmen, pasó por Estudi Capricorn, donde estudió claqué y danza clásica; luego siguió en el Centro de Danza y más tarde en el ballet de la Casa Cultural Andaluza. «Hasta estuve en la Colla de sa Bodega con Carmen Tur bailando payés», recordó. A los 12 años marchó a Madrid por primera vez «a hacer cursos intensivos en escuelas de verano, y me convencí del todo de lo que quería hacer». Y a los 16, el salto a la capital: acceso a Grado Medio en el Conservatorio de Danza y tres años para graduarse.