La Extensión Universitaria de Eivissa acogió ayer una
conferencia de Vinyet Panyella titulada «Santiago Rusiñol a l'illa
blanca», coincidiendo con el 75º aniversario de la muerte del
polifacético artista catalán. En su exposición, la experta en la
figura del pintor, escritor, arqueólogo y viajero catalán destacó
en primer lugar la influencia que las Islas tuvieron en la vida de
Rusiñol; centrándose a continuación en la relación que tuvo con
Eivissa, tanto desde el punto de vista artístico como coleccionista
de arte. «Como buen modernista que era, apostaba por la vivencia
del arte total. Para él coleccionar arte era, por una parte, como
una retroalimentación; y por otra, un homenaje a los artistas
anónimos, en el sentido de que contribuyen a nutrir las artes
aplicadas: cerámicas, forjas, pintura antigua... En este aspecto y
en el caso de Eivissa, le interesó mucho coleccionar piezas de
arqueología», precisó Panyella.
En cuanto al aspecto artístico de las visitas de Rusiñol a la
isla (en 1912 y en 1913), la conferenciante destacó «el mismo
correlato de la visión literaria y plástica que dio a Eivissa, a la
que califica desde el primer momento como 'isla blanca', y de la
que hace una descripción paisajística muy bonita. Aquí escribió más
que pintó; sólo unos pocos cuadros», subrayó.
Vinyet Panyella comentó a este periódico que en Eivissa «hay una
memoria intelectual muy grande de Rusiñol, porque todas las
relaciones de viajeros que he visto (desde la de Valero a las guías
que he comprado al llegar), cuando hablan de viajeros ilustres del
siglo XX, el primero de todos es Rusiñol, quien abre la puerta a
otros en ese siglo tan cosmopolita. Un artista de los Països
catalans, y eso me parece que está muy bien», señaló con claro
orgullo esta catalana de Sitges.
No podía dejar pasar por alto Panyella la estrecha amistad que
tuvo Santiago Rusiñol con el reconocido caricaturista ibicenco
Josep Costa Ferrer 'Picarol', a quien conoció en 1907 cuando ambos
colaboraban en L'Esquella de la Torratxa. «Se hicieron muy amigos;
y cuando viene a Eivissa en 1912 es de la mano de Picaro, que fue
su mejor caricaturista; muchas veces y en circunstancias muy
diferentes, siempre con una gracia, una ironía y un afecto muy
grande. Creo que se podría construir toda una iconografía de
Rusiñol a partir de las caricaturas de Picarol, que sería como una
biografía en paralelo», afirmó.
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