La reconocida bailarina ibicenca Montserrat Forner ha vuelto a su isla tras pasar once meses en Japón, trabajando como profesora de danza, bailando en diversos escenarios y cosechando un notable éxito como protagonista del ballet «Anne Frank», sobre la joven judía holandesa asesinada por los nazis en la II Guerra Mundial. El año japonés parece haber refinado aún más los modales casi orientales de esta voluntariosa y decidida bailarina, por la que no parece pasar el tiempo, conservándose a sus 29 años como una adolescente frágil y delicada.

Ha sido su primer contacto con una cultura y un mundo tan diferentes del suyo. «Podía haberme quedado otro curso en Japón, pero tenía muchas ganas de volver a Occidente; aunque puede que el verano que viene repongan 'Anne Frank', y entonces volvería como artista invitada de una obra de la que hicimos bastantes representaciones y resultó un éxito», explicó ayer Forner a este periódico, añadiendo: «La gente me apreciaba mucho, y yo a ellos; cogí mucho cariño a mis alumnas. Pero son pasos que tienes que dar, aunque les prometí que volvería».

Su destino japonés fue Fukuaka, donde trabajaba como profesora; además, bailaba en conciertos y galerías de arte con japoneses y norteamericanos; «con los que me puse en contacto para ir a bailar este año al BYU Ballet Theatre, en el Estado de Utah, al tiempo que aprovecho para hacer un 'Bacherlor Dance', algo que tenía pendiente hace tiempo. Es una oferta muy atractiva», precisó.

De todas formas, su marcha a Estados Unidos (donde ya estuvo trabajando durante cuatro años), no va a ser inmediata para Montserrat Forner. «El Ballet Theatre quería que me uniese a las actuaciones en septiembre, pero no tendría aún el visado para la universidad, así que prefiero esperar un poco más. Me marcharé a finales de diciembre; aprovecharé para disfrutar de la familia y los sobrinos; incluso voy a ser la madrina de otro que nacerá en noviembre. La familia es importante para mí y no quiero perder el contacto tanto tiempo», aseguró la bailarina ibicenca, cuyo estancia en Japón parece que ha sido enriquecedora en conocimientos de distinta índole, sociológicos, lingüísticos, gastronómicos... Todo un mundo lejano al que ha tenido que adaptarse con paciencia y buena voluntad; aunque aspectos como el de los frecuentes terremotos le provocaban más de un susto al principio de su estancia. «Todo es tan diferente a España, Europa y al modo de vida occidental; pero te acabas acostumbrando y apreciando sus cosas mejores, que son muchas», afirmó Forner, que en estos días (como suele hacer cuando vuelve a Eivissa) alterna el descanso con las clases que da en el Studi Capricorn, donde empezó a bailar.

A final de mes Montserrat Forner volverá a irse de Eivissa. Pero antes de saltar a Estados Unidos para bailar y estudiar, pasará un tiempo en Barcelona, en la Escuela de Isabel Porcar, una de sus primeras maestras, tras Sandy Plant, del Studi Capricorn. «Daré clases en su escuela, haré alguna actuación y ayudaré a cosas de la Federación Catalana de Danza. Tengo muy buena relación con ella desde que salí de Eivissa; es una profesora querida y una buena amiga, como Sandy, a la que siempre ayudo a dar clases cuando vuelvo a la isla de vacaciones, porque lo de la playa y el sol está bien, pero puede resultar demasiado para mi gusto», explicó la bailarina, satisfecha de la trayectoria profesional que lleva, con paradas Alemania, Estados Unidos y Japón.