Hasta el próximo 4 de julio el centro cultural La Casa Encendida de Madrid presenta la primera exposición de la obra de Juan Muñoz que se organiza en España desde que este gran artista falleciera en Eivissa en agosto de 2001, mientras pasaba unas vacaciones en compañía de su esposa, la prestigiosa escultora Cristina Iglesias. El reconocido gestor cultural ibicenco Bartomeu Marí (relacionado familiarmente con Muñoz) es uno de los comisarios de la exposición (junto a James Lingwood), titulada «La voz sola». La muestra descubre una de las facetas más desconocidas del artista, sus colaboraciones para la radio y piezas sonoras en las que se muestra como un contador de historias. Además, la muestra exhibe una selección de dibujos y esculturas que reflejan el interés del artista por el sonido y la música, en la que influyó su cuñado Alberto Iglesias, reputado músico y autor de un buen número de bandas sonoras galardonadas.

Marí afirma que «todas estas piezas revelan una manera de hacer arte basada en la colaboración, en la interacción con agentes diversos, compositores, escritores, músicos, técnicos..., y nos hablan de la necesidad del artista de experimentar, de visitar otros medios y materiales que aquellos propios de la escultura. Hoy podemos considerar a Muñoz no tanto como su autor como en tanto que su 'ingeniero'».

En el catálogo de la amplia muestra, financiada por Caja Madrid, hay un texto de Bartomeu Marí sobre «El uso de la radio en la obra de Juan Muñoz», en el que reflexiona sobre ese aspecto de su creatividad, casi desconocido hasta ahora en España:

«Juan Muñoz llegó a utilizar el sonido y la radio como materia y medio, impulsado por la lógica de su propia obra escultórica. Su obsesión por los elementos narrativos, en un intento de escapar al estatismo de lo inerte, le llevaron a 'animar' las figuras de su obra tanto literal como metafóricamente. Como James Lingwood ha observado: Hay una dimensión fugaz en gran parte de la obra de Juan Muñoz. En muchos de sus conjuntos escultóricos más importantes es como si el sonido hubiera desaparecido por arte de magia. Nos encontramos con muñecos de ventrílocuo sin ventrílocuos, escenarios sin intérpretes, instrumentos musicales sin sonido, monólogos sordos y conversaciones sin palabras. La promesa de oír estas esculturas nos atrae. Su silencio nos atrapa».

En opinión de Bartomeu Marí (actual director artístico del MACBA), «las obras radiofónicas de Muñoz demuestran la necesidad de recurrir al 'otro lado' de la escultura, de explicitar las razones del despliegue de formas y actos sugeridos en sus instalaciones. El lenguaje, la voz y la música hacen de estas obras un laboratorio para la especulación sobre la relación entre autor y receptor, entre emisor y canal de difusión y entre objeto y experiencia en la obra de Muñoz. Para el artista, la escultura, el arte, debía ser una fuente de experiencia excepcional, única. Una experiencia muy dependiente de la propia acción del individuo que la recibe, el espectador, y basada en el encuentro con la obra concebida casi como un evento no solo espacial sino también temporal».