La IV Olimpiada Pagesa se celebró ayer pese a los contratiempos meteorológicos que estuvieron a punto de suprimir los eventos. Hasta bien pasadas las once de la mañana, cuando la fritada de polp y la excursión por los caminos de la Mola ya estaban en marcha, la Comisión de Fiestas decidió continuar el festejo pasara lo que pasara.

Finalmente el tiempo aguantó y fueron muchos los aficionados a esta fiesta, que en pocos años se ha hecho un importante lugar dentro de las celebraciones formenterenses, que acudieron a ses escoles del Pilar pese a la llovizna, todos con la esperanza de que el tiempo mejorara y todo se celebrara según lo previsto. El humear de la sitja y el concurso de caldos sirivieron para caldear el ambiente de espera.

Finalmente se repartieron alrededor de 650 ó 700 raciones de paella entre los tickets vendidos, las raciones para los colaboradores y las repeticiones que se prolongaron largo rato; además mandarinas, vi pagès, orelletes y café caleta conformaron un perfecto ágape para afrontar la tarde. Por la mañana se desarrolló con llovizna la caminata por el altiplano de la Mola al que se apuntaron unas ochenta personas, y posteriormente tuvo lugar una demostración de hípica. Tras ello la frita de polp para recuperar fuerzas y sin menor dilación aerobic infantil, animación para los más pequeños con juegos participativos y como no, la pantagruélica paella.

Por la tarde la esperada Olimpiada Pagesa en la que la afición se gana una medalla por su perseverancia y los participantes por su entrega; tras la encendida del pebetero, rústico como es obvio, por parte del maestro carbonero, se celebró por primera vez una reñida e hilarante disputa en la que las parejas debían romper tres globos en posiciones o posturas harto provocativas. La fiesta se prolongó hasta las tantas y sólo con el agridulce sabor de que el tiempo había impedido batir el record de platos servidos de paella, 970 en 2004.

Guillermo Romaní