El auditorio de Can Ventosa acogerá a las 21,30 horas la
representación de «Lazarillo de Tormes», todo un clásico de la
literatura española del Siglo de Oro, en la versión de Fernando
Fernán Gómez y con Rafael Àlvarez «El Brujo» como único intérprete.
«Es la obra con la que me siento mejor y a la que más quiero», dijo
el popular actor a este periódico acerca de un montaje que desde
los primeros 90 ha presentado en numerosos escenarios.
Al actor le gusta hablar de este personaje, «basado en el
lenguaje popular, tradicional dentro del teatro, el de los cómicos
ambulantes, donde es muy importante el papel del humor, el gesto y
la improvisación»; por lo que en todos estos años la obra se ha ido
enriqueciendo desde la adaptación original que hiciera Fernán
Gómez.
Según relató, en el Siglo de Oro la novela picaresca alcanzó una
enorme popularidad, pero más que personajes extraídos de la
realidad, los pícaros «pertenecían a la invención del novelista».
Como respuesta a la novela de caballerías, «los pícaros eran los
caballeros andantes pobres, del lumpen». Y respecto a la vigencia
del este arquetipo literario, añadió: «Los pícaros de hoy en día
están más dentro de los ámbitos del poder desde donde pueden tomar
decisiones. Los de entonces tenían más que ver con los inmigrantes
que en la actualidad han de ingeniarse habilidades y recursos para
sobrevivir».
Crítico en su apreciación de la vida social y política, Rafael
Àlvarez cree que «vivimos en una democracia más teórica que
operativa. Hay mucho miedo a expresarse libremente por parte de los
actores porque la profesión vive con temor a no ser contratada.
Pero cuando un actor deja de expresarse deja de ser útil a la
sociedad», apuntó «El Brujo».
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