Una de las joyas que Enric Majoral presenta desde hoy en Eivissa.
Otra de las piezas que expondrá en la galería Van der Voort.
Enric Majoral (Sabadell, 1949) se instaló en Formentera en 1972 y dos años después inició su obra personal.

La galería Van der Voort acogerá a las 20,00 horas la inauguración de una exposición de joyas de Enric Majoral, justo cuando se cumplen diez años de su primera exposición en la sala que dirige Cati Verdera y tras la que presentó el mes pasado en la Sala de Cultura de «Sa Nostra» de Formentera para celebrar sus 30 años de residencia en esta isla. «Aquí traigo la parte más contemporánea de aquella retrospectiva, que tenía mucho de celebración íntima. Ahora es otra cosa, pues se trata de una galería seria y de prestigio en la que muestro los últimos trabajos, los más comprometidos y en los que hay más presencia mía en la obra», explicó ayer el artista y artesano a este periódico.

En la exposición también estará presente el libro «Enric Majoral, dibuixos i joies», escrito por el periodista formenterés Joan Marí de la Fuente. «Así la gente más interesada en mi obra sabrá cómo he llegado a donde estoy; tiene una extensa entrevista y me sitúa un poco en el tiempo». «Es que muchos clientes que conocen mi trabajo creen que 'Majoral' ni vive en Formentera, o no existe y sólo es una marca. Así se dan cuenta de que uno ha estado trabajando desde 30 años, que empezó aquí en su casa-taller vendiendo con una mesita en la calle, y cumpliendo su camino como él se lo ha ido buscando paso a paso».

Una larga trayectoria profesional en la que Enric Majoral ha ido alternando sus trabajos más modestos y artesanales con otros de mayor envergadura y complejidad creativa. «Lo que intento es hacer una gama de piezas al alcance de todos; las hay muy simples y relacionadas con Formentera, como la de la sargantana, un modelo de hace ya 30 años, que se ha convertido en un recuerdo y en un símbolo muy digno de la isla». «La joyería me la he planteado siempre desde un punto de vista socializador. Intento investigar, hacer mi versión del lenguaje más contemporáneo de la joyería que se está haciendo en Europa y en el mundo, y luego los pongo en la calle a través de mis tiendas, en Formentera, Barcelona, Girona y de tiendas que venden cosas mías en Japón, Estados Unidos, Italia y Alemania».

Porque Enric Majoral gusta de teorizar sobre el sentido de su creación: «Intento que una cosa que hace unos años era experimental, un concepto de llevar joyas, ahora esté al alcance de todo el mundo. Esto pasa siempre en todos los campos de uso social, como en la moda o en el mobiliario. En las joyas no podemos quedarnos con la medallita del amor, hay otro lenguaje, y las joyas no dejan de ser una representación de nuestra personalidad. Si las compramos y las llevamos es porque nos ayudan a manifestarnos como somos, o como queremos ser», subrayó.

Joyas singulares, que en este caso guardan un claro homenaje a estas islas, «que se resume en una representación del mar, la tierra y el pasado», apuntó Majoral. Así, habrá recipientes con «ojos de Venus o pedres de Santa Llúcia, sabinons, flor de frígola; luego hay una parte con pequeños trozos de cerámica púnica, que representan el pasado, y una pieza llena de conchas que se encuentran en todos los mares, menos en el Mediterráneo».

Enric Majoral (Sabadell, 1949) estudió en la Escuela de Artes y Oficios de su pueblo natal y en Universidad Politécnica de Barcelona, donde cursó la carrera de Delineante de Arquitectura y de Arquitectura Técnica. Es miembro fundado de la Feria de Arte y Artesanía de La Mola y ha recibido la Carta de Artesano que otorga la Generalitat de Cataluña. Desde 1984 es miembro del FAD (Promoción de Artes Decorativas). En 1992 es nombrado presidente de Orfebres FAD, cargo que ostentará hasta 1997. En 1994 impartió un curso de joyería en la Escuela Masanna de Barcelona. Desde 1989 participa regularmente en el apartado de joyas de autor en las ferias del sector de Barnajoia (Barcelona), Basilea, Essen y Munich.

Su obra se basa en una atenta mirada del entorno y el paisaje de Formentera está siempre presente en sus colecciones, ya sea en forma de lagartija (sargantana), que con el tiempo se ha convertido en un símbolo emblemático de la isla; lo haga en sus series de capillas (inspiradas en las casas, iglesias, fuentes y pozos de la isla), o en sus últimas creaciones, en la que toma la posidonia como fuente de inspiración.