«Por su nobleza extraordinaria, por su gran dignidad y talento,
creo que esta medalla está más que justificada». Con estas
palabras, el pintor Antoni Prats Calbet concluyó ayer la semblanza
que hizo de su «amigo de toda la vida», Antoni Marí Ribas,
Portmany, quien ayer recibió a título póstumo la Medalla de Oro de
la Ciutat d'Eivissa, que fue recogida por su sobrino, ahijado y
heredero, Jaume Marí Torres, quien se limitó a dar «las gracias a
todos los que han hecho posible este reconocimiento».
La primera intervención del solemne acto, al que asistieron las
primeras autoridades civiles, eclesiásticas y militares, así como
familiares, amigos del pintor ibicenco y numerosos ciudadanos, fue
la del alcalde de Eivissa, Xico Tarrés. «La concesión de la Medalla
de Oro es uno de los actos más emotivos que realizamos a lo largo
del año», apuntó Tarrés, quien resumió los méritos por los que
Portmany recibía tal distinción justo cuando se cumplen 30 años de
su muerte y dos años antes de que se celebre el centenario de su
nacimiento, en el barrio ibicenco de la Marina. Que adoptase como
nombre artístico esa clara referencia a Sant Antoni, se debió a que
sus padres eran oriundos de este municipio. Agradecimiento mutuo,
como se comprobó ayer por la presencia de muchos vecinos de la
Villa de Portmany, incluido su alcalde, José Sala.
De entre los fragmentos referidos por Xico Tarrés del expediente
para la concesión de la Medalla de Oro a Antoni Marí Ribas, cabe
destacar el de Daniel Giralt-Miracle, historiador del arte y
miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, quien
en 1977 escribió un libro sobre la obra de Portmany. «Antoni Marí
Ribas, llevado de una vocación irresistible, fue artista y nada más
que artista. Plasmó diversos aspectos de la ciudad y su contorno,
pero lo que ha hecho de él el artista único, lo que le ha dado
renombre dentro y fuera de España son sus rápidos dibujos con
plumilla o con aguatinta».
Tarrés también escogió este párrafo de la valoración de la
directora del Museu d'Art Contemporani d'Eivissa (MACE), Elena Ruiz
Sastre: «La maestría en el trazo, la soltura y agilidad otorgan una
enorme frescura a estas obras, que no pierden su valor con el paso
del tiempo a pesar de ser testigos de la vida de una época que ya
no existe. Realizó esta obra a pie mismo de los escenarios
elegidos; era éste un dibujante de la calle, un notario de la vida
cotidiana (...) En la obra de Marí Ribas se percibe el talento
artístico que permite reconocerle como uno de los grandes por
derecho propio».
Además, el alcalde de Eivissa destacó otras virtudes del
reconocido pintor ibicenco: «Además de sus calidades artísticas,
Portmany atesoraba cualidades humanas dignas de ser destacadas. En
el contexto del mundo actual, presidido por la sofisticación
técnica y por el ansia de triunfo rápido y fácil, a más de uno le
puede sorprender la sencillez y la honestidad personal del artista
que hoy honramos. Con un trozo de carbón, o con una cañita mojada
en tinta, era capaz de crear belleza, de recrear todo un mundo. Por
otra parte, era bien conocida su reticencia a que sus obras cayesen
en manos de gente que él pensaba que no sabría apreciarla; un
criterio al que daba prioridad por encima de cualquier ambición
económica».
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