Cineastas, amigos y familiares de Emilio García Riera (Eivissa, 1931) se dieron cita el pasado jueves en la Cineteca Nacional de México para rendir homenaje al autor de los nueve tomos de «La Historia Documental del cine Mexicano». En el acto intervino la hija del exiliado ibicenco, Ana García Bergua, quien leyó un testimonio escrito titulado «Emilio García Riera y la vocación de ver».

García Bergua destacó que para su padre el cine había sido «una calamidad y una bendición. Además de su categoría de curiosidad (sobre el hallazgo de algunos cuadernillos ilustrados de su padre), documenta una manera muy conmovedora la gestación de una vocación en un joven español refugiado en el México de los años 40 y 50».

En el acto de homenaje a la autoridad principal del cine mexicano también asistieron la viuda de Emilio García Riera, Cristina Martín Sarrat; la escritora Àngeles Mastretta y el diplomático y ensayista mexicano José María Pérez Gay. Este último recordó cuando trabajaba en 1966 en una librería y leía las críticas de cine de García Riera: «Nunca me atreví a hablarle; a mis 18 años, Emilio era un mago que veía en las películas cosas que yo nunca vería, y me preguntaba una y otra vez por qué no podía ver yo lo mismo que él luego contaba tan bien».

Pérez Gay añadió que el escritor e historiador ibicenco «hizo de la crítica del cine una historia de México y eso es irrepetible, porque a través de su trabajo se ha ido descubriendo la realidad mexicana, cosa de la que sólo Francia puede presumir».

Emilio García Riera nació en el seno de una familia republicana formada por el director del colegio de sa Graduada y una inspectora escolar. La Guerra Civil obligó a la familia a exiliarse, primero a la República Dominicana, hasta 1944, instalándose a partir de entonces en México. Muchos fueron los reconocimientos que recibió durante su larga trayectoria profesional; el último y uno de los más importantes fue el premio Ariel de oro, máximo galardón que concede la Academia de Cine Mexicana poco antes de su muerte, en 2002.