Como en tantos otros sectores de la vida cultural, en Eivissa
hay más escritores que escritoras. Una de las más veteranas y
activas, aunque sea en tono menor, es Alicia Martínez López-Hermosa
(Eivissa, 1942), más conocida popularmente por Alicia Alcántara.
Sobrenombre que le viene por el que tenía la clínica de su familia,
que junto con la Clínica Villangómez fueron durante muchos años dos
referentes notables para la salud de los ibicencos.
El gusto por la escritura y por la lectura parece que ha sido una
tónica habitual en el ámbito familiar de Alicia Martínez
López-Hermosa.«En mi familia escribían muy bien todos, sobre todo
en la familia de mi padre; ahora me doy cuenta. Cuando murieron mis
padres estuve limpiando y arreglando papeles y lo comprobé; incluso
había una hermana de mi padre que hacía sus pinitos literarios. Lo
que pasa es que era una señora que estaba en su casa y se lo
guardaba todo. Pero en fin, se ve que igual me pasó su vocación,
porque ya en el Bachillerato, cuando había redacciones, me ponían
siempre buenas notas», precisó.
Escritora tardía por mor de las obligaciones familiares, su
primer libro («Contes d'Eivissa») lo publicó en 1991. Luego
siguieron «Contes de la Mar, la Lluna i el Sol» (1993), y la novela
«La Gavina de Fang» (1996), que mereció el Premi de Narrativa
Ciutat d'Eivissa. «En estos momentos estoy haciendo unos cuentos
sobre Eivissa y Formentera que son más para adolescentes que para
niños», explicó a este periódico. «Claro, los cuentos que hacía
antes eran para mis hijos, que entonces eran pequeños, pero como
ahora ya tengo nietos adolescentes, me centro sobre todo en esta
edad», añadió.
También anda Alicia Martínez dando vueltas al proyecto de una
nueva novela. «Hay una en ciernes, sí, pero es pronto para hablar
de ella; no tengo aún ni la maqueta ni nada», afirmó. Pero en
cualquier caso, es de las escritoras que se toma su vocación con
seriedad y dedicación habitual. «Escribo a diario bastante
sistemáticamente, no espero a que llegue la inspiración. Es como un
músico, si no haces ejercicios cada día pierde la forma. Y hay que
hacerlo con ganas e ilusión, claro», reconoció con su habitual
modestia.
Pero aquella vocación temprana tuvo una interrupción natural.
«Me casé muy pronto, tuve hijos y dejé aparcado los estudios y todo
lo que no fuera ser madre. Hasta que no tuvieron entre 10 y 12 años
no volví a estudiar, y lo hacíamos juntos. Era divertido, nos
poníamos los tres a hacer los deberes, cada uno a lo suyo, y lo
pasábamos muy bien». Y fue precisamente durante sus estudios
universitarios cuando se orientó de una forma decidida su interés
literario. «Cogí Filología inglesa, y tuve una profesora, Hillary
Burns, de la que aprendí mucho. Fue quien me enseñó realmente a
escribir, aunque según ella yo ya lo llevaba dentro. Igual tenía
razón, pero me ayudó bastante, por eso siempre digo que
literariamente soy hija de Hillary Burns», comentó agradecida.
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