«Cuando más he escrito ha sido después de mi jubilación; lo que
pasa es que me gustan tantas cosas que no me concentro en una
sola». Con estas palabras, Antoni Marí Torres (Jesús, 1922) resumió
ayer a este periódico su actitud intelectual y disposición vital,
ejemplares para su edad. Una larga y fructífera vida que es poco
conocida de sus paisanos, ya que sólo tiene publicado una
antología, «Parlant d'Eivissa» (Editorial Mediterrània, 1994), con
prólogo de Marià Torres, en la que reunió bastantes poemas sobre su
isla.
En estos días Marí Torres es actualidad porque ha colaborado en
el libro que la sección balear de la Associació d'Escriptors en
Llengua Catalana ha dedicado al ilustre lingüista Francesc de Borja
Moll con motivo del centenario de su nacimiento, junto con otros
dos escritores ibicencos: Iolanda Bonet y Bernat Joan. Su ensayo se
titula «El lleisme de les Balears dins de la llengua catalana». El
libro ha sido presentado hace unos días en Palma y Barcelona.
Antoni Marí Torres ha sido maestro de escuela, labor que ha
desarrollado en varios puntos de Eivissa y en Cataluña. También se
licenció en Filología Románica (sección francés) en los cursos
nocturnos de la Universitat de Barcelona. Desde su jubilación vive
a caballo entre Jesús y Barcelona. «Mi primer poema lo escribí a
los 17 años, cuando hacía séptimo con Pedro Jaso como profesor de
literatura. Al principio escribía en castellano; empecé a hacerlo
en catalán por el año 80, un poco antes de jubilarme. Antes había
estado muy ocupado con las clases y los estudios», explicó.
Pero así y todo, colaboraba con poemas y textos varios en el
boletín de la Casa de Eivissa en Barcelona, lo que le servía de
estímulo para ir progresando en su carrera literaria, siempre
discreta y con poca resonancia en su propia isla. «Soy un poco
tímido para pedir favores, no me gusta ir detrás de nadie para
esto», confesó con humildad. Y eso que tiene bastante material
inédito de varios géneros.
Entre otras cosas, dos obras de teatro: «Cap pa l'Habana», en
verso y prosa, en catalán y castellano; y una versión muy libre de
«El villano en su rincón», de Lope de Vega, adaptada a Eivissa. Una
colección de cançons payesas, con piezas propias, de un tío de su
padre y de otros amigos. Una recopilación de textos que ha escrito
sobre Jesús. Varias rondallas (alguna ha visto la luz en «El
Pitiús»). Y (toda una laboriosa proeza) la traducción al catalán en
verso clásico de dos obras del dramaturgo francés Racine: «Fedra» y
«Andrómaca». «Cuando he escrito más ha sido después de la
jubilación; lo que pasa es que me gustan tantas cosas que no me
concentro en una sola; y no sólo de literatura, sino en cosas de la
casa y el campo», confesó.
Como escribe en uno de sus últimos poemas: «La vida és la vida,/
la vida és un pont,/ una processó».
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