El próximo 28 de octubre Miguel Buades presentará varios cuadros en
la Feria de Colonia. Será una de las salidas habituales que hace de
la isla para negociar su obra; una costumbre arraigada ya en este
inquieto artista, que descubrió Eivissa en 1967, y en la que echó
raíces desde 1975, alternando a veces la creación con la enseñanza.
Con una amplia y plural trayectoria, su obra gira alrededor de un
referente fatal, el tiempo: «Creo que es nuestra mayor riqueza,
porque mientras lo tenemos podemos volver a empezar. Este dilema de
un ser limitado en el tiempo que se enfrenta a la eternidad,
representa la grandeza del ser humano», explicó. Una reflexión que
dejó plasmada plásticamente en su instalación «Le mythe de Sisyphe»
(1980).
De un tiempo a esta parte, Buades está en una línea creativa en
la que el plomo tiene un notable protagonismo. «Son superficies de
plomo sobre las que pego papeles, arrancados, pintados y escritos».
Y es que la escritura es un importante complemento en su trabajo.
«Mis cuadros se pueden mirar sin textos, si apoyo teórico; sin
embargo, mis escritos tienen una relación inmediata con el arte y
deben leerse dentro del contexto artístico». Porque le gusta
teorizar sobre la creación: «Hay varias formas de acercarse a una
obra de arte; de forma sensorial, intuitiva y hedonista; válida,
pero limitada. Pero creo que la gran aportación del siglo XX al
arte es su intelectualización. Pienso que detrás de toda obra de
arte hay una idea o una teoría del mundo, por eso se vuelve cada
vez más abstracto, más inmaterial; porque lo que le da su
justificación y su razón de ser es la idea subyacente. Así, el arte
conceptual ni siquiera llega a materializarse, sino que se queda
más bien el proyecto», explicó didáctico.
Miguel Buades nació en Orán (Argelia) en 1949. Estudió en París:
Filosofía y Literatura en la Sorbona, y Arte en la Academia Duncan
. Conoció Eivissa por primera vez en 1967 y poco a poco se fue
acomodándose a la isla. «En París me dispersaba mucho; este espacio
reducido me permite adentrarme mejor en mi trabajo. A partir del 75
fijé en la isla mi residencia principal, pero cada año salgo dos
meses cada año para mis propias exposición y para ver ferias y
muestras de los amigos», precisó. En cuanto a la posible presencia
de la isla en su obra, Miguel Buades apuntó que «hay valores
comunes con ella. Cuando la conocí, más que ahora, tenía una
cultura de escasos recursos; y mi arte durante mucho tiempo estaba
relacionado con earte povera. Así que había una analogía de clima y
de valores, porque creo que la pobreza puede ser un valor ético. De
hecho, Eivissa, cuando no tenía tantos recursos económicos tenía
una estética más cuidada, pulcra, ordenada; algo que se notaba
mucho en las casas payesas. Una estética natural que nace de la
necesidad con la que me encontré muy en sintonía. De hecho, muchas
de mis instalaciones las he hecho con materiales de la isla; por
ejemplo, en las dos que hice para la Fundación Miró de Barcelona;
una de ellas con cuerdas que recogí en el puerto, y otra con sacos
de algarrobas del almacén aquel que había en la carretera de Santa
Eulària», recordó con cierta nostalgia Miguel Buades.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Periódico de Ibiza y Formentera
De momento no hay comentarios.