«Escribo para salvarme y ser famoso» decía en uno de su diarios Max Aub, un escritor que quiso ser español, aunque nació en París, el autor «paradigma del exilio múltiple», y uno de los grandes intelectuales del siglo XX, que ayer hubiera cumplido cien años. Exposiciones, congresos, reediciones y hasta un sello de correos recordarán y reconstruirán la memoria de Aub, un hombre que llevaba encima la condición de exiliado y que, aunque nació fuera de España, consiguió entrar de lleno en la condición española y equilibrar la tradición y la vanguardia.

Nacido el 2 de junio de 1903 en París, hijo de padre alemán y madre francesa -ambos judíos laicos-, Max Aub vivió en Valencia desde los 11 años, y pese a que su primera lengua fue el francés, adoptó el español para escribir toda su obra. «Nunca he podido escribir nada en otra lengua», dijo en alguna ocasión. El estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 hizo que su familia tuviera que abandonar Francia y que se instalasen en Valencia, estudió el bachiller en el Instituto Juan Luis Vives y se hizo español porque, como decía: «El hombre es de donde hace el bachillerato».

Un español voluntario que se hizo socialista y republicano, y que se tuvo que exiliar en Francia en 1939, donde pasó tres años en campos de concentración, hasta que se marchó a México, donde vivió el resto de su vida, hasta su muerte en 1972. En 1969 vino a España, pero ya en ese momento dijo «No vuelvo, vengo», para dejar claro que las circunstancias políticas no le permitían volver a un país que conocía y comprendía bien. Autor de teatro, novela, cuento y poesía; la obra de Aub, con títulos tan emblemáticos como «Campo de almendros» -considerada por algunos su mayor novela y una de las mayores de este siglo-, «La gallina ciega», «San Juan», «Yo vivo», «Geografía» o «El laberinto mágico», entre otros muchos, tuvo mucha más repercusión en México que en España, por las dificultades con la dictadura.