La sede de la demarcación pitiusa del Col·legi Oficial
d'Arquitectes de Balears (Can Llaneres) acogió durante la tarde de
ayer la presentación del libro «Eivissa Patrimoni de la Humanitat»,
editado por dicha entidad y por el Consorci Eivissa Patrimoni de la
Humanitat, integrado por tres instituciones: el Ayuntamiento de
Eivissa, el Consell d'Eivissa i Formentera y el Govern Balear.
El arquitecto Félix Julbe ha sido el encargado de la dirección y
edición del volumen, bilingüe (castellano-catalán) y ampliamente
ilustrado con fotografías, planos y estadísticas. La obra incluye
asimismo una completa bibliografía relativa a todos los bienes
reconocidos en diciembre de 1999 por la Unesco como Patrimonio de
la Humanidad: Dalt Vila, la necrópolis del Puig des Molins, el
asentamiento fenicio de sa Caleta y las praderas submarinas de
posidonias de Eivissa y Formentera. La portada ha sido realizada
por Néstor Pellicer a partir de un cuadro de Erwin Broner.
A modo de prólogo, cuatro escritores relacionados con la isla
(Antoni Marí, Jean Serra, Antonio Colinas y Julio Herranz) «aportan
su mirada imprescindible sobre la isla y la ciudad», según apunta
Félix Julbe en el prólogo de la obra, que titula «Elogio del
sentido común». En el mismo, y refiriéndose a la zona histórica de
Dalt Vila, explica que «el libro incluye el planeamiento vigente,
el estado actual y algunas de las obras realizadas no sólo en el
recinto amurallado sino también en los barrios extramuros de sa
Penya, la Marina y el ensanche de Vara de Rey que conforman el
actual Centro histórico de la ciudad de Ibiza. Las páginas
dedicadas a la Arquitectura y a la Ciudad se ilustran con ejemplos
de integración de la arquitectura contemporánea en edificaciones
históricas, realizados en los últimos años».
El arquitecto Félix Julbe, responsable también de otro libros
sobre la isla, cierra su texto afirmando que «frente a la imagen
tópica y trivial de Ibiza está la realidad tica y auténtica de la
isla. Se debe practicar una moral de identidad en la defensa de lo
propio, desde la lengua al patrimonio natural o construido, pero
también ejercer una moral de perfección en la exigencia de calidad
al urbanismo y la arquitectura, como derechos democráticos de todos
los ciudadanos de las islas (...) El reconocimiento internacional
debe ser compromiso de futuro. Al sentido común también hay que
declararlo Patrimonio de la Humanidad».
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