EFE-PUERTO DEL ROSARIO
El Gobierno de Canarias y la empresa Estudios Guadiana firmaron ayer un contrato de 1,7 millones de euros que permitirá estudiar la viabilidad del Proyecto Monumental Montaña de Tindaya, la ambiciosa idea de Eduardo Chillida para el vaciado escultórico de la montaña. La firma del acuerdo, que estuvo presidida por el titular del Ejecutivo canario, Román Rodríguez, supone un nuevo impulso para este proyecto, que se vio frenado por diversas irregularidades jurídicas y por la muerte, en agosto de 2002, del prestigioso escultor vasco. Estudios Guadiana se encargará durante 18 meses de realizar un estudio en tres fases para determinar si la montaña reúne las condiciones geomorfológicas que permitirían su vaciado, según ideó Chillida.

El escultor concibió este proyecto como una obra gigantesca sobre la tolerancia, en la que, a la vez, quedaría reflejada la pequeñez del ser humano ante la naturaleza, y eligió la Montaña de Tindaya, en el municipio de La Oliva en Fuerteventura, por su significación mágica para los antiguos habitantes de la isla. «Con lo que hemos firmado -declaró el presidente del Gobierno, Román Rodríguez,-, los estudios geotécnicos del Proyecto Monumental Montaña de Tindaya, si se hace realidad, Fuerteventura y Canarias contarán con una de las obras humanas más importantes de la historia». Los estudios incluyen análisis de posibles alternativas, sondeos geológicos y la redacción del proyecto.

Chillida, uno de los escultores más importantes del siglo XX, había concebido la idea de «introducir el espacio en el interior de la montaña», para lo que proyectaba crear una cámara central formada por un cubo de 40 metros de lado con iluminación cenital a través de orificios en la roca.

Parte de las demoras que ha sufrido el proyecto, que arranca de 1994, se han debido a los problemas surgidos con las empresas que explotaban dos pequeñas canteras que existen en la ladera de la montaña; por diversos avatares jurídicos y por la oposición entre algunos grupos ecologistas, que rechazaban que se realizara en una montaña que guarda numerosos vestigios del arte de los primitivos habitantes de la isla, denominados «majos».

«Mi padre sufría mucho cuando leía y se enteraba de la polémica que se originó sobre el proyecto y no entendía cómo si la gente sacaba la piedra de la montaña, por qué se oponían a que él introdujera el espacio dentro», declaró ayer el hijo del escultor, Luis Chillida.