Charo Conde y Camilo José Cela pasaron 43 años juntos.

ANTONI PLANAS/P. GIMÉNEZ
Rosario Conde Picavea, primera esposa del escritor Camilo José Cela, falleció en la madrugada de ayer a los 88 años de manera repentina mientras dormía en su casa de Palma. Rosario Conde, que no se encontraba enferma, será enterrada en la intimidad hoy y el funeral por su alma se celebrará mañana, a las 20.30 horas, en la iglesia de Sant Francesc.

Rosario Conde, nacida en Gijón en 1914, ha fallecido poco más de un año después de que lo hiciera Camilo José Cela, el hombre con el que estuvo casada durante más de 43 años y al que dedicó toda su vida, apoyándole en los momentos más difíciles y trabajando con él hasta conseguir el Premio Nobel de literatura. El matrimonio tuvo un hijo, Camilo José Cela Conde, catedrático de la UIB.

Rosario Conde, maestra de formación, conoció a Cela en un guateque en Madrid, en 1940. Entonces ella trabajaba como mecanógrafa en el Sindicato del Metal y él era un joven escritor que trabajaba en «La familia de Pascual Duarte». «Yo estuve viviendo con él 43 años, que son toda una vida. Estando conmigo escribió más de 60 libros que yo pasé a máquina. Le ayudé mucho pero no me siento esclava, sino que lo hice por gusto. Luego no me valió de gran cosa, pero, bueno...», decía esta mujer. De hecho, Cela le debe mucho como escritor. Entre otras cosas, que recuperara de las llamas el manuscrito de la novela «La Colmena», que Cela había lanzado al fuego afirmando que era una porquería.

Casada con el escritor en 1944, llegó por primera vez a Mallorca en 1954, instalándose en el Port de Pollença, en Villa Clorinda. Después se trasladaron a una casa de Son Armadams, en la entonces llamada calle Bosque, para más adelante desplazarse hasta otra de El Terreno. El matrimonio se estableció definitivamente en La Bonanova, donde vivieron juntos hasta que se separaron en 1988, cuando Camilo José Cela inició su relación con Marina Castaño.

Charo Conde dedicó sus más de 40 años pasados con Camilo José Cela al escritor y a su obra. Corrigió sus textos, los pasó a máquina, colaboró en «Papeles de Son Armadams», hablaba con los editores, pedía un adelanto si era menester. En una entrevista realizada por Juan Bonet en el diario «Baleares», Cela hablaba de su matrimonio. «Mi matrimonio con Charo Conde viene durando perfectamente bien desde el 44, y te diré la razón: fue un matrimonio de conveniencias, como deben de ser todos los matrimonios». Conde, en alguna declaración, también dijo que, en realidad, nunca había estado enamorada de Cela. Muchos años antes había confesado a un semanario que su verdadero amor había sido el escritor José Manuel Caballero Bonald.

Tras la separación de su marido, Rosario Conde se apartó de la vida social de Palma, refugiándose en su casa y entre sus amigos de siempre. Pocas veces salió a la palestra, aunque cuando murió Cela, el 17 de enero de 2002, no tuvo más remedio que enfrentarse a los medios de comunicación y contar tímidamente cómo fue su relación con el Nobel

Rosario Conde tampoco quiso dar mucha publicidad a los pleitos que tuvo con el escritor, quien ofreció en un principio pagarle 800.000 pesetas al mes si ella afirmaba que llevaban dos años separados antes del divorcio, para así poderse casar antes con Marina Castaño. «Pero me lo entregó muy pocos meses y luego me lo rebajó a 300.000», contaba esta mujer para quien el Nobel era una persona «completamente distinta» tras su matrimonio con Marina Castaño. «Lo convirtieron en una especie de muñeco sin personalidad, que hacía lo que querían».

Amiga íntima de Conde, la pintora Cati Juan recordaba ayer algunas de las anécdotas que vivió junto a una mujer que calificó de «muy inteligente y con una enorme capacidad de trabajo». En opinión de esta artista, la personalidad de Rosario Conde, «seria, sobria y de pocas palabras la condenó a estar siempre a la sombra de Camilo José Cela», aunque también reconoce que «Camilo, sin Charo, no hubiera sido Camilo». Carme Feliu, por su parte, destacó «la discreción de una gran señora, que nunca buscó la polémica aunque tuvo oportunidades». El conseller de Cultura Damià Pons, por su parte, dijo que «con su muerte desaparecen muchos recuerdos, vivencias y anécdotas que son muy importantes para la literatura y la vida cultura de Mallorca».