Hasta finales del próximo mes de noviembre estará abierta al público en la galería Van der Voort la primera exposición que Laura Lio presenta en Eivissa, titulada «Tan finos hilos» (un verso del poeta Jorge Richman). La muestra reúne parte de los trabajos que presentó el pasado año en la galería May Moré de Madrid. «Son grabados, dibujos sobre tela, dibujos sobre papel y esculturas». «Estuve trabajando con imágenes que son como líneas negras sobre papel, hechas con punta seca en el caso de los grabados y con lápiz sobre papel en los otros. Luego, al pensar en cómo pasar a la tridimensión esas imágenes planas, empecé a trabajar con alambres o con varillas de hierros, que también son líneas negras en el espacio», explicó a Ultima Hora Ibiza y Formentera .

El método de trabajo de artista argentina, residente en España desde principio de los 90, resulta algo particular. «Tiene algo de juego: una vez que hago la forma en escultura, proyecto la sombra y la dibujo en papel; como un recorrido del plano a la tridimensión y otra vez al plano. Me gusta la idea de cómo descifrar la sombra, algo tan difuso, que al mismo tiempo es como el doble de la escultura». Antes de llegar a la estética actual, Laura Lio se tomaba la escultura en un sentido más tradicional. «Cuando comencé, trabajaba con esa sensación de pesantez, la escultura como un volumen contundente, con esa presencia que tienen las formas en el espacio; pero luego la vida me fue llevando hacia algo mucho más liviano y sutil. Es decir, actualmente materializo en mi obra la fragilidad que significa el transcurso del tiempo».

Una sensación de fragilidad que, sin embargo, aspira a permanecer en el tiempo. «Materialmente las esculturas están hechas con materiales naturales (bambú, arpillera, hilo, varas de madera...), pero tienen una confección que el trabajo resultante no se deteriora con el paso del tiempo». Según explica Cati Verdera, responsable de la galería Van der Voort, la etapa en la que Laura Lio lleva trabajando en los últimos tres años «evoca, en su sintaxis material y en el vuelo metafórico, el arte de tejer. Así brotaron, moldeados en el ingrávido dibujo del alambre, sus esculturas-jaula, apelando al horizonte alegórico del incierto trazado de los límites. El alambre, material dúctil y resistente a la vez, da forma al vacío, presentando connotaciones diversas en su faceta más lírica, misteriosa, de la que son un buen ejemplo sus insólitos maniquiíes» .

Antes de esta etapa, la joven artista desarrolló sus «piezas sonoras», cuyo origen está en «troncos de madera maciza que tallaba cuando vivía en Argentina». Al instalarse en Madrid, a falta de troncos empezó a usar tablas, «dejando un espacio hueco en el interior». A través de la colaboración con un luthier, se fue aficionando a ver su trabajo no sólo visualmente, incorporándole elementos sonoros, «como una calimba, un parche de cuero, piezas de latón que sonaban como campanas de viento... Es decir, creé una especie de figuración, porque eran como personajes a los que le añadía materiales que tenían sonoridad», explicó.

El mejor recuerdo de esta etapa es el montaje que el músico valenciano Llorenç Barber realizó con sus esculturas en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. «Fue en una sala que tenía espejos, lo que multiplicaba las figuras como si fuera un bosque que sonaba con el viento. Estuvo muy bien, fue realmente bonito», recordó. En cuanto a sus nuevos proyectos, Laura Lio apuntó que en estos momentos está trabajando «en un conjunto de esculturas blancas, que también tienen que ver los trabajos que presento en esta exposición; es decir con la sensación aérea y liviana de las cosas que decía antes, porque son de escayola, muy finas».