El reencuentro bienal de Antoni Hormigo con Sant Agustí.

Con el talante sencillo y espontáneo que le caracteriza, Antoni Hormigo resumió ayer para Ultima Hora Ibiza y Formentera su actitud a la hora de mostrar al público su trabajo: «Estoy hasta el gorro de las exposiciones, cada vez tengo menos ganas; por eso ya me va bien este ritmo de cada dos años, seleccionando lo que más me guste». La inauguración tendrá lugar a partir de las 20 horas del próximo sábado 31 en la galería Berri de Sant Agustí, un espacio recoleto y querido por los artistas ibicencos más veteranos. Serán unas 15 piezas, que estarán a disposición de sus admiradores hasta el próximo 12 de septiembre.

Dentro de su conocido mundo estilístico, Hormigo busca siempre nuevos retos y desafíos. «Estoy en mi línea más o menos surrealista, pero siempre varió. En esta muestra hay alguna pieza que puede sorprender». «A mí me gusta especialmente 'La rosa de Jericó', en recuerdo de un mineral esponjoso llamado así que se encuentra en los desiertos de Jordania. En el vacío de la escultura he hecho como una rosa de madera, que me recuerda la textura de esa piedra». Al margen de la antipatía que le produce exponer, aunque le cueste decir no a quien solicita su obra, Hormigo senior es un devoto de la creación. «Trabajo regularmente, incluso domingos y fiestas de guardar. No sé si el arte rejuvenece, pero es un acicate para no envejecer en el sentido convencional del término; así que mientras no me llegue el chocheo, pienso seguir», comentó.

Y una fidelidad eterna por el material de sus esculturas: «Sigo siempre con la madera ibicenca, que busco por serrerías y en algunos bosques. De cada cien piezas que veo, puedo encontrar alguna con la que me encariño porque veo que puedo hacer en ella alguna idea que no he trabajado todavía. Por eso últimamente llamo a lo que hago divertimentos, porque lo me más me importa es pasarlo bien con la figurilla el tiempo que haga falta».

Aprovechar la sugerencia que un tronco o un trozo de árbol le provoque, es algo que también destaca Gastao, el responsable de la galería Berri, como uno de los atractivos de la escultura de Hormigo. «Es la diferencia que hay entre un artesano y un artista: el resultado que consigue, dejando formas sin trabajar, pero integrándolas dentro del conjunto, sacando el máximo provecho del regalo que le hace la naturaleza. Eso es lo que más me gusta de él, junto con su impresionante vitalidad y una cierta ingenuidad», precisó.