Ángel Parra, en una de las actuaciones hechas en Formentera, donde es una figura muy conocida. G.R.

GUILLERMO ROMANÍ El cantautor chileno Àngel Parra, habitual de Formentera desde hace décadas, asegura que el último año ha sido un auténtico frenesí de actividades que ni siquiera imaginaba y que a la hora de regresar a la isla, viene para presentar una obra «muy especial». Parra, hijo de la mítica cantante Violeta Parra, siempre esgrime que sus días de verano en Formentera son para descansar, «para recargar las pilas», aunque al mismo tiempo le siven «para dar forma a una serie de proyectos que han aparecido de forma inesperada, como puertas que se abren aun antes de que uno llame a ellas». Según afirma, «para la creación no hay reposo ni cuando uno quiere».

Tras abandonar la isla a mitad del verano pasado, participó en un homenaje realizado en París a Atahualpa Yupanqui con motivo del décimo aniversario de su muerte «coincidiendo en plena campaña electoral en Francia, lo cual me demostró que la gente harta de política y políticos estaba más por acudir a eventos culturales que les hicieran desconectar de la realidad cotidiana que por seguir las vicisitudes de la política. Era una manera de olvidarse de ciertas crudezas vivenciales, de optar por el sueño o el ensueño, por la utopía».

Además, tocó en Hollywood con motivo de la entrega de un premio al director Costa-Gavras por su película «Missing», dedicada al golpe de estado del dictador Pinochet y, posteriormente, en Cataluña, actuó en honor del abogado chileno que recibió el premio Joan Alsina por sus actividades en pro de los derechos humanos. Si a ello añadimos que ha escrito e interpretado la banda sonora original a una película y que en Chile ha publicado su primer libro «Dos palomitas y una novelita corta», no cabe duda de que su actividad creativa no tiene un minuto de respiro.

«Escribí esta novelita, este divertimento que no pretende ser nada más que eso, nada de nuevas vías o nuevas formas de literatura, sino simplemente una manera de contar sencillo algo sencillo, entre el verano del 2000 y el de 2001, siempre aquí, en Formentera», señala Parra que se ríe de las ganas de encasillar o buscar nuevas denominaciones a la literatura latinoamericana, como si alguien estuviera a la espera de un nuevo boom como el que se produjo en los sesenta.