El escritor Àlvaro Mutis ensalzó ayer, en su discurso de
agradecimiento del Premio Cervantes, la figura del autor de «El
Quijote», un hombre de «destino adverso y sembrado de injusticias»,
creador de una obra en la que «el genio está presente en cada línea
para mostrar, con lúcida evidencia, nuestro precario paso por la
tierra». En un discurso de tres folios, sin duda uno de los más
breves que se recuerdan en los veinticinco años de historia del
Premio, si se exceptúa el de Borges, Mutis agradeció el galardón y
dijo que España, al concedérselo, otorga a su obra «un lugar y un
porvenir que, a tiempo de llenarme de felicidad, me la entrega
identificada con mi propio destino».
El creador de Maqroll el Gaviero confesó al comienzo de su
discurso que la concesión de este premio ha despertado en él «las
más antiguas y entrañables vetas» de su conciencia, tanto por lo
que le ha supuesto a título personal como porque ha incrementado la
«veneración indeclinable» que siente por Cervantes desde su más
temprana juventud. La relación de este colombiano de 78 años con su
propia obra ha estado marcada por «el rigor de una autocrítica
implacable y la angustia de no haber alcanzado la plenitud y
claridad de lo que he querido decir». «Como jamás he vivido de mi
vocación literaria y me he ganado el pan en oficios muy distantes
de las letras, he tenido siempre la sensación de que mi obra
caminaba desamparada por sendas ajenas a mi diaria rutina», afirmó
el escritor con la voz pausada y tranquila con la que leyó todo el
discurso.
El que el Premio Cervantes se conceda en España es algo que
llena de satisfacción a Mutis, porque «los españoles, las letras y
las artes, la historia de esta nación, conforman las circunstancias
de mi existencia, la materia siempre esencial de mis sueños y el
apoyo que me rescata en los días de angustia y desconcierto». El
escritor, cuya obra ha sido reconocida también con premios tan
prestigiosos como el Príncipe de Asturias de las Letras, el
Nacional de las Letras de Colombia o el Reina Sofía de Poesía
Iberoamericana, pidió «indulgencia» por la incursión que hizo en su
discurso en las confesiones personales, pero «debo reconocer que es
para mí muy importante ponerme en orden frente a tan generosa y
obligante distinción como ha sido este Premio Cervantes».
Y tras las disculpas, Àlvaro Mutis habló de su «veneración
indeclinable y cada día más cálida» por la persona y la obra de don
Miguel de Cervantes. «Creo que es difícil encontrar en la historia
de las letras de Occidente, un destino más adverso, más sembrado de
injusticias, olvidos y amargos altibajos, que el que tuvo que
padecer el entrañable autor de una obra literaria incomparable y
luminosa». El escritor colombiano leyó un soneto de Borges,
titulado «Un soldado de Urbina», en el que el escritor argentino
hace «un retrato absoluto de Don Miguel», y finalizó su discurso
agradeciendo a España la concesión del Cervantes, un premio «que no
puede ser más precioso para mí y viene a poner orden y armonía en
el discurrir tan a menudo ajeno e indescifrable de mi vida».
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