José Manuel Cardona Montero nació en Eivissa en 1928, aunque abandonó la isla cuando apenas era un niño. Pero nunca pudo olvidar la tierra en la que nació. Escritor y poeta, entre sus amistades figura Vicente Aleixandre y mantuvo contactos con autores como Rafael Alberti, Carles Riba y J.V. Foix . Cardona asegura que ha llevado la isla «muy dentro» durante toda su vida y a ella ha regresado por unos días tras treinta años desde su última visita. Hijo de padre ibicenco y madre conquense, Cardona Montero dirigió las revistas «Atzavara» y «La luna negra». Residente en París, en esta ciudad trabajó para la Unesco hasta su jubilacióin. Entre las obras que ha publicado destacan «Poemas a Circe» -libro que presentó al premio Adonais espoleado por Aleixandre- y «El vendimiador».

"Treinta años sin pasar por la isla. ¿Qué tal el reencuentro?
"Ha cambiado bastante, pero no para mal. Temía algo peor al haber oído hablar del turismo, de la diversión. La ciudad se ha ensanchado bastante en este tiempo, pero la he reconocido. Ha cambiado, pero no se ha desfigurado.

"Parte de ese miedo al cambio ya lo reflejó en 1973 en un artículo para la revista «Eivissa» en el que comentaba un libro de María Teresa León.
"Era el temor. El turismo es un Juno de doble cara. Ha traido muchísimo bienestar a la gente pero no debe destruir el lugar que lo acoge.

"Usted abandonó de niño la isla, pero Eivissa parece que quedó grabada a fuego en su memoria. En su libro «Poemas a Circe» es la protagonista. ¿Cómo se vive Eivissa poéticamente desde la distancia?
"Gran parte de las composiciones incluidas en «Poemas a Circe» están escritas en Eivissa y finalizadas en Madrid. Cuando algo se lleva dentro es muy difícil separar una cosa de la otra. La isla forma parte de mí. Tengo una gran cantidad de obra que no ha sido publicada en libro. Pablo García Baena, uno de los poetas de «Cántico» que conocí cuando tenía 15 años, me dio fotocopias de poemas míos que no había visto publicados y que habían sido recopilados por Aguilar. Había uno titulado «Bahía nocturna», que reflejaba precisamente un paseo nocturno junto a Marià Villangómez. En el libro «El vendimiador» hay un poema titulado «Ibiza», que había olvidado y que Villangómez tradujo al catalán. Hay tres lugares que aparecen en mi obra y que son aquellos en los que he sido feliz: Córdoba, Eivissa y Cuenca. Y me siento ibicenco.

"¿Qué significó la revista «Cántico» para usted?
"Para mí fue algo verdaderamente fabuloso. La revista apareció en un momento difícil y la creó un gran grupo de humanistas: Ricardo Molina, Pablo García Baena, Julio Aumente, Juan Bernier, etc. Los conocí cuando yo tenía 15 años. Luis Cernuda, Federico García Lorca, existía una gran generación entonces. En el número 5 de «Cántico», en junio de 1948 vi publicados dos poemas míos. Fue verdaderamente emocionante. La revista fue una verdadera revelación.

"¿Considera que le queda algo por escribir?
"Me queda muchísimo y hay mucho que no escribiré nunca. He vivido mucho y no me he cuidado de hacer una obra y he tenido muy poco prurito de ver publicado. Escribo para mí y si alguien comparte esas sensaciones mucho mejor. No concibo el escribir por encargo, soy incapaz.