La tercera noche de la Mostra de Jazz Injuve 2001, que se
desarrolla a lo largo de esta semana en el parque Reina Sofia de
Eivissa, revivió los ecos de los grandes nombres de este estilo
musical con la actuación del quinteto Abactus y recuperó a uno de
los músicos habituales en el escenario ibicenco, el pianista
gaditano Chano Domínguez, quien volvió a dar muestras de su dominio
estilístico y técnico del piano acompañado por sus inseparables
Javier Colina al contrabajo y Guillermo McGill a la batería.
La velada dio comienzo poco después de las diez de la noche.
Pere Masafret (trombón), Martín Serra (saxo tenor), Cristóbal
Montesdeoca (piano), Pere Loewe (contrabajo) y Esteve Pi (batería)
desgranaron varios clásicos del jazz obra de músicos como Charlie
Parker, Charles Mingus, Wayne Shorter y Thelonius Monk. La nueva
mirada vertida por el quinteto formado en Barcelona sobre estos
standards fue muy aplaudida por el público, un público que llenó
ayer el aforo del parque Reina Sofia y conocido por varios
integrantes de Abactus, que ya habían viajado a la muestra ibicenca
en otras formaciones en años anteriores.
Tras aproximadamente una hora de concierto, Abactus se retiró
del escenario y lo cedió a la estrella de la noche. Chano
Domínguez, habitual de la isla tras su victoria en el año 1992 de
la Mostra de Jazz, aún en su etapa competitiva y celebrada en el
baluarte de Santa Llúcia. Sentado tras el piano, Domínguez dominaba
el escenario, ocupado también por Colina y McGill. Poco antes de
las once y media de la noche, Chano Domínguez arrancó al piano las
primeras notas de «Alegría callá». El público tenía ganas de
pasarlo bien, lo cual quedó patente en el clamoroso aplauso
brindado al primer solo de Colina en este tema.
A continuación, el trío se lanzó a homenajear a Camarón con «Mr.
C.I.», composición que ya puso definitivamente a los asistentes a
sus pies. El conjunto, tras un arranque influenciado notablemente
por el flamenco, cruzó el Atlántico para tomar la canción «Hacia
donde» de Marta Valdés, cantante con la que el pianista acaba de
editar un álbum y que ofreció una introducción intimista y a la vez
intensa por parte de Domínguez. A continuación le tocó el turno a
Violeta Parra y su «Gracias a la vida», donde los tres músicos
hicieron patente la conexión existente entre ellos, acelerando y
desacelerando la pieza a conveniencia y con un protagonismo
especial por parte de McGill, impecable a lo largo de toda la
noche.
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