Como un actor «principiante» y al que le queda «mucho por hacer»
dijo sentirse el pasado sábado Michael Caine tras recibir el Premio
Donostia con el que el Festival de Cine de San Sebatián quiso
reconocer la trayectoria profesional de este veterano actor
británico.
«Espero seguir trabajando y dedicándome a esta profesión que
tanto me gusta para volver aquí dentro de diez años a que me den la
segunda parte de este premio», añadió Caine. El actor señaló que la
única desventaja de un galardón como este, que premia una
trayectoria profesional, es el ver aparecer en la pantalla imágenes
en las que va transcurriendo toda una vida, y así «verte envejecer
en quince minutos».
Con el publico puesto en pie y tras una larga ovación, Michael
Caine dijo sentirse especialmente orgulloso por haber recibido este
premio fuera de su país, aunque anunció que en Gran Bretaña le
concederán uno similar en octubre. Rosa María Sardá, que entre
bromas presentó al actor diciendo que «es tan alto como parece, tan
guapo como parece, tan inteligente como parece y tan buen actor
como ha demostrado», hizo también entrega a Michael Caine de la
Concha de Plata que ganó en 1996 por su interpretación en la
película de Bob Rafelson «Sangre y vino».
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