Mientras tanto, la situación en el pueblo de Santa Eulàlia quedó
relativamente estabilizada con el Comité de las Milicias locales.
Se hacían vigilancias. Continuaban las requisas de alimentos y
continuaban buscando a los fugitivos y emboscados. Se trataba de la
normalización del abastecimiento de las cosas esenciales. Alimentos
para la guarnición y también para la gente que quedó en el pueblo y
no tenía fincas.
La vida en el pueblo se convirtió para nosotros en una rutina
que mantenía en alarma continua a todos. Sin seguridad en las vidas
ni haciendas. La búsqueda de nuestro padre escondido seguía
infatigable. Era el juego del ratón y el gato. La ancestral ley del
silencio mediterránea nos acogió y nos protegió. Todos lo sabían,
nadie dijo nada. Nos consideraron de los suyos. Las radios de
Valencia y Barcelona siguen inflamando los ánimos y son las
estaciones que se oyen cuando hay luz eléctrica. Otra cosa eran las
noticias recibidas desde Londres y París.
Ocurrió el sábado 5 de Septiembre de 1936; no se había cumplido
el mes de la conquista de Ibiza y Formentera y la BBC de Londres
anunciaba aquella noche la derrota de la columna de Bayo en
Mallorca y su retirada inmediata. El ejército expedicionario
catalán se replegaba definitivamente a sus bases de Barcelona y
Menorca. A partir de este momento Ibiza pierde su interés
estratégico de apoyo a la operación conquistadora de la isla mayor.
Es la retirada.
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