La exposición «La Campanada», que desde el pasado 13 de junio Zush
presenta en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS),
ha llamado la atención de la crítica y el público por sus
especiales características, propias de una «Okupación». Cerca de
300 obras, procedentes de colecciones privadas y museos de Europa y
Estados Unidos, conforman el muestrario de todos los elementos
creados por este peculiar artista: pintura, esculturas, dibujos,
collages, libros, proyecciones, fotografías, perfumes, conjuros,
música, sonidos, desvaríos y objetos variopintos.
Un reconocimiento merecido a un artista que vivió y creó en
Eivissa desde 1968 hasta 1983; 18 años que dejaron huella en la
vida de Zush, como explicó a Ultima Hora Ibiza y
Formentera . «Llegué a la isla en 1968, justo después de salir del
manicomio en el que me ingresaron por seis meses, aplicándome la
Ley de Vagos y Maleantes; cosas que yo no era, para nada. Ni
siquiera tuve juicio; así se hacían las cosas entonces. Mi nombre
artístico, digamos, viene de entonces: al entrar allí un enfermo me
dijo 'Hola, Zush', ¿cómo estás?, y me lo quedé». Hasta entonces
había sido Albert Porta (Barcelona, 1946), un artista incipiente
influido por el espíritu dadaista y el primer pop, que frecuentaba
la galería de René Matrás, «mi verdadero padre artístico», apunta.
Precisamente, su estancia en Eivissa fue debida a la generosidad
del galerista. «Él me dio el dinero para poder vivir en una casa de
campo ibicenca, seguir pintando y, encima, poder emanciparme de la
familia», recuerda. Y, además, el amor se cruzó en su camino.
«Algunos amigos habían hablado al galerista Ivan Spence de mi
trabajo; vino a verme, le encantó lo que hacía, me ofreció una
exposición y en el día de la inauguración me enamoré de su hija
Kate».
Así empezó a echar raíces en una isla en la que se quedaría más
tiempo del que pensaba. «Me convertí en el director de la galería
de mi suegro, donde expuse más veces. Vivíamos por el valle de
Morna, y fue en Eivissa donde nacieron mis hijos. Los últimos seis
años los pasé entre la isla y Nueva York», indica.
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