«Antes de la guerra Sert le encarga un reportaje sobre la
arquitectura de Eivissa y hace 1.200 fotos en un fin de semana; así
nació en él una pasión loca e incontrolable por la isla». Con estas
palabras explicó ayer a Ultima Hora Ibiza y
Formentera Daniel Giralt-Miracle el impacto que supuso Eivissa en
la vida de Joaquim Gomis. El crítico e historiador del Arte ha sido
el comisario de la doble exposición que sobre el prestigioso
fotógrafo catalán se inauguró ayer en el centro de l'Hospitalet y
en la Sala de Cultura de «Sa Nostra».
Giralt-Miracle equiparó la obra de Gomis con la de Man Ray y,
sobre todo, con la de Cartier-Bresson. «Tuvo una gran sintonía con
la manera de mirar, de ver y de fotografiar del maestro francés;
fue amigo de Man Ray; tuvo una relación personal con Brassai; se
interesó muchísimo por la obra de Irving Penn; y es en este punto
donde hay que contextualizar la obra de Gomis con la gran
fotografía del siglo XX», apuntó. «Para él esta pasión fue una
manera de pensar, una manera de mirar; por eso sus fotos no son una
visión complaciente de la realidad, sino un análisis estructural,
pormenorizado de aquello que tiene delante», añadió el historiador,
quien aludió al abuelo del fotógrafo para explicar su manera de ser
y de estar en la vida.
Joaquim Gomis se instaló en Eivissa, fue amigo de Broner,
Bechtold, Hausmann y otros artistas de vanguardia que conoció antes
de la Guerra Civil. «Sert le hizo la casa de Punta Martinet, en la
que vivirá todos los veranos de su vida». «Primero fotografió la
isla tradicional, luego visiones más generales y acabará retratando
a las guapas extranjeras que veía en las playas», explicó
Giralt-Miracle. La relación con la isla, precisamente, es la que se
agrupa en las obras presentadas en «Sa Nostra», «para que la gente
pueda entender que Gomis tiene también un gran valor artístico»,
concluyó.
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