El barcelonés Albert Porta (1946), sorprendente personaje conocido
como Zush, que se autodefine como artista «psicomanualdigital», ha
ocupado la tercera planta del Museo Reina Sofía con una exposición
inaugurada ayer cuyo eje principal es su «casa», un espacio en el
que piensa residir e incluso dormir. El experimento concluirá el
día 19. Luego irá y vendrá. Zush confiesa que no le gustan nada
exhibir sus trabajos y lo hace únicamente «por razones comerciales,
para poder comer, y si fuese rico enseñaría mis cosas el día que me
muriera».
El nombre de Zush le viene de 1968, cuando fue ingresado en un
manicomio y un enfermo esquizofrénico le bautizó así. Desde
entonces le apasiona el encuentro entre la cordura y la locura. Una
campana antropomórfica situada a la entrada del recorrido invita a
adentrarse en un montaje realizado por el arquitecto Enrique Ruiz,
en el que la obra de Zush plantea un recorrido por el cuerpo
humano. Al final, otra campana similar, pero de mayores
proporciones da paso a la casa o taller. De ahí el nombre de la
muestra: «La campanada».
El visitante se encuentra rodeado de las más de 300 piezas que
han acompañado a Zush a lo largo de los últimos treinta años,
mezcladas con nitidez: pinturas, esculturas, dibujos, collages,
libros, proyecciones, fotografías, objetos varios, con un fondo de
música y ruidos. Son trabajos que proceden museos y colecciones
privadas de Europa y Estados Unidos, que han sido difíciles de
reunir porque, como explicó José Miguel Ullán, comisario de la
muestra, «Zush es un personaje que emana cosas contagiosas y por
tanto sus coleccionistas suelen reproducir su misma complejidad y
disparate».
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