Autoridades de la isla y representantes de «la Caixa» y de la Fundación de Cultura Islámica, durante la inauguración, ayer, de la exposición. Foto: GERMÁN G. LAMA.

«En la cultura andalusí la lluvia se la llamaba baraka, bendición; por lo que la que está cayendo parece un buen augurio para la exposición». Con estas palabras, la comisaria de la muestra, Margarita López (de la Fundación de Cultura Islámica) mostró ayer su alegría por la tromba de agua que cayó sobre la carpa de la calle Murcia (detrás de Correos) durante la presentación a los medios de comunicación de la exposición «Les aromes d'al-Andalus». La muestra, organizada por la Fundació «la Caixa» y «El legado andalusí de la Junta de Andalucía y comisariada por la Fundación de Cultura Islámica, permanecerá abierta al público hasta el próximo 21 de mayo.

Tras ser visitada por más de un millón de personas, «la exposición de más éxito de todas las que hemos organizado» (en palabras de Lluís Reverter, secretario general de la Fundació «la Caixa»), «Les aromes d'al-Andalus» muestra la huella de la cultura andalusí a través de su legado inmaterial y más sutil, el que afecta al mundo de los sentidos. Esta herencia de olores, sonidos y ambientes queda de manifiesto en el recorrido de una muestra cuya puesta a punto necesitó tres años y numerosas investigaciones científicas, culturales y sociológicas.

En un recorrido imaginario a través de la recreación de los enclaves más importantes de una ciudad andalusí (el zoco, la mezquita, la casa y el jardín), el visitante se sentirá invadido por los olores, perfumes y esencias de la época, que reconocerá como propias, pues están incorporadas a nuestra civilización desde hace diez siglos. Asimismo, «Les aromes d'al-Andalus» constituyen igualmente una evocación intelectual al mostrar las claves de la dimensión económica y social del comercio y la cultura que unió los puertos andalusís con el Extremo Oriente. Ruta en la que Eivissa era parada obligatoria, según explicó Lluís Reverter. «La isla era muy ambicionada por la política andalusí y formó parte de al-Andalus durante el siglo X, hasta que en el XI pasó a depender de la taifa de Denia». «Entre los suministros que proporcionaba la isla a los navegantes que recalaban en ella, el más importante sin duda era la sal», añadió.