México llegó ayer a Eivissa, aunque fuera en su versión cinematográfica. El festival Elektrozine dedicó una retrospectiva a aquel país que estuvo compuesta por cuatro cortometrajes de entre los que destacó «El abuelo Cheno y otras historias», de Juan Carlos Rulfo. La jornada tuvo lugar, por primera vez en la joven historia de este certamen, en las instalaciones de Multicines Eivissa, lugar en el que se proyectarán mañana las cintas participantes en la sección oficial en formato de 35 mm. El público volvió a responder, y la sala presentaba una muy buena entrada.

«El abuelo Cheno y otras historias» es una cariñosa mirada del director hacia su propio abuelo, la historia casi mítica que lo envolvió y los testimonios de aquellos que lo conocieron. Sentimental por momentos, divertido en otros y, sobre todo, sincero, este documental de media hora arrancó los cálidos aplausos de los asistentes. Acompañaron a esta producción «Pepenadores», un documental de un claro contenido social protagonizado por personas que viven alrededor de los vertederos mexicanos, ganándose la vida vendiendo material para reciclaje, y «Planeta Siqueiros», sinfonía de imágenes en homenaje al muralista y pintor mexicano fallecido en 1974.

Junto con esta retrospectiva, Elektrozine dio comienzo también a la sección oficial a concurso de esta edición del certamen. El honor de inaugurarla fue para el cortometraje argentino «Zapallares», dirigido por Carlos Monroy. La historia de un artista anónimo que dedica su tiempo a pintar mujeres para los otros reclusos, incluyendo todas sus preferencias femeninas centra esta producción, a la que siguió «Una strada diritta lunga», simpático cortometraje italiano firmado por Werther Germondari y Maria Laura Spagnoli. En cinco minutos escasos, los dos realizadores, quienes también aparecen como actores en la película, describen en blanco y negro una pequeña anécdota que puede llegar a considerarse incluso como un chiste.