En 1995 y 1996, cuando residía en Berlín, Ignacio Burgos mostró sus
obras en la Sala de Cultura de «Sa Nostra» de Eivissa y en la de
Formentera, respectivamente. Ahora ha vuelto a la isla para
presentar sus nuevas creaciones plásticas (de estilo expresionista,
directas, de ejecución rápida), centradas en figuras humanas y
animales.
En la actualidad, Ignacio Burgos vive a caballo entre Nueva York
y Madrid, de donde es oriundo, pero también tiene relación con
Berlín, ciudad en la que residió varios años. Hasta el tres de
julio está presentando en la House Gallery de Eivissa su última
producción pictórica, una obra de rápida ejecución, expresionista,
alrededor de sus temas favoritos, las figuras humanas y los
animales. Tiene un amplio curriculum profesional de exposiciones,
varios premios y becas y esta es la tercera ocasión que trae sus
obras a las Pitiüses.
"¿Ve diferencias entre lo que pinta ahora y lo que trajo en el
95 y 96?
"Entonces mi pintura era más alemana, es decir más trágica, porque
acaba de volver de Berlín. Todo influye a la hora de pintar: el
ambiente, el estudio, el entorno, lo que ves, lo que vives... Pero
eso es bueno; por eso me gusta cambiar cuando cambio de estudio;
para no repetirme.
"¿Observa una continuidad coherente en el conjunto de su
obra?
"Sí; aunque haya variaciones, siempre vuelven a aparecer los mismos
temas, las mismas obsesiones. En mi caso, en esta época (antes
pintaba barcos hundidos), todo se reduce a animales, grandes, que
nunca he visto en vivo, y a figuras humanas.
"Por sus cuadros se diría que tiene un sentimiento trágico de la
vida.
"Cuando pinto, sí, pero mi carácter no es así. Hombre, creo que la
vida, si la miramos con lucidez, es trágica, a pesar de lo bien que
le pueda ir a uno. Si tienes un poco de visión global, te das
cuenta de que el mundo actual es un desastre.
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