Los seis menores explicaron en el juicio que en algunos encuentros en el patio le increparon porque en el curso anterior se había portado mal con un amigo de estos. El denunciante, según relataron los enjuiciados, obligó a su compañero a ponerse de rodillas y lo grabó con el móvil. Ninguno de los jóvenes reconoció que le hubieran agredido.
El propio denunciante admitió en la vista oral que obligó a su compañero a ponerse de rodillas. «Lo que es indicativo de que el enfado de los denunciados tenía una base cierta, no por ello deben ser justificados tales hechos, ya que el colegio tomó cartas en el asunto nada más conocer la denuncia de los padres del menor». La jueza señala que los hechos juzgados, «por su escasa entidad y su carácter puntual», no constituyen un delito de acoso.
Los profesores del instituto que fueron citados como testigos en el juicio manifestaron que no habían tenido constancia de que se hubiera producido una situación de acoso hacia el estudiante en el colegio y que ninguno vio que los denunciados le agredieran en el recreo.
Una educadora reconoció que escuchó insultos de un grupo de chicos a otro. La dirección del instituto sancionó a dos alumnos que admitieron que actuaron de forma incorrecta con su compañero. La jueza considera que no se ha demostrado que le dieran patadas en el recreo ni que le increparan diciéndole «subnormal, arrodíllate, gordo, asqueroso».
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