Tras miles de pruebas e informes, la Policía Judicial ha llegado a una conclusión: el secuestro de Malén fue fortuito y se subió a un vehículo de un conocido de forma voluntaria, aquel fatífico 2 de diciembre de 2013, en Son Ferrer (Magaluf). Los agentes también han diseñado un perfil del principal sospechoso, que sería un hombre que en aquella época tenía 30 y 40 años, y ciertos recursos e infraestructura para mantener a la joven retenida en alguna propiedad suya.
Se concluye que Malén subió voluntariamente al coche porque nadie vio o escuchó nada y, sobre todo, porque había un coche de la Policía Local de Calvià parado muy cerca, con lo cual se descarta un forcejeo en plena calle. Malén salió de su instituto y tomó un autobús hasta la parada de Los Piratas, en Magaluf. Llevaba un monopatín y una mochila. Llamó desde su móvil a su mejor amiga y le comentó que se había dejado las llaves de casa, por lo que iría a comer con Dani, su novio de Son Ferrer. A continuación contacta con él, pero el chico está en la cama, enfermo con fiebre y le cuenta que no se encuentra bien. Siguen las llamadas y la joven contacta con la secretaria de su padre, a la que le explica que se ha dejado las llaves y ella le recuerda que esa tarde tiene que estar en casa porque irá el fontanero. Se está quedando sin batería en el móvil, y aún vuelve a hablar una segunda vez con su íntima amiga.
Bruno, su hermano, se encuentra en las inmediaciones. De hecho, tras un exhaustivo cálculo de posibilidades, utilizando figurantes y otras técnicas, se concluye que no se toparon por solo treinta segundos. El menor va en bici y se para porque tiene calor. Se quita la sudadera y la mete en la mochila. Toma el camino delante del vivero y entra en la carretera principal, lejos del carril bici. Es allí donde se topa con la patrulla policial, que le da el alto: «¿Adónde vas, chico?». Él contesta que se ha despistado. La secuencia queda grabada por una de las cámaras de la zona.
Malén, mientras tanto, sigue su camino. Llega antes que Bruno y tras ser grabada por la cámara del vivero se pierde su pista para siempre. La Guardia Civil investigó a la totalidad de los vecinos de esas calles, en un trabajo gigantesco. Nadie vio que llegara a la casa de Dani. El padre del chico, que tiene una tienda abajo, tampoco la detectó. En las inmediaciones había un campo de futbito, con unos chavales que toqueteaban unas motos trucadas, y tampoco ellos la vieron llegar. La pista, pues, se pierde cerca de sa Porrassa. Los 300 vehículos que pasaron en esos diez minutos están grabados y un programa especial reconstruye las matrículas, una a una. El objetivo: la identidad del secuestrador.
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