«La pandemia de la COVID- 19 ha afectado de manera particularmente intensa a España, pese a su nivel de desarrollo y la elogiada solidez de sus sistema nacional de salud. Para comprender qué ha pasado e identificar cómo mejorar la respuesta creemos imprescindible una evaluación independiente multidisplinaria de la esfera sanitaria, política y socioeconómica», explica March.
Inspirados en los requerimientos formulados por el panel independiente de la OMS, y en experiencias evaluativas en otros países, los científicos detallan la propuesta de aspectos multidimensionales a valorar. «La idea es comprender aspectos clave en los ámbitos estudiados y su margen de mejora en lo relativo a preparación, gobernanza, marco normativo, estructuras del sistema nacional de salud (atención primaria, hospitalaria, y de salud pública), sector de educación, esquemas de protección social, minimización de impacto económico, y marco y reformas en el ámbito laboral para una sociedad más resiliente. En definitiva, buscamos que este ejercicio sirva no solo para el presente, sino también para que en el futuro estemos mejor preparados y con más ágil capacidad de recuperación ante las amenazas pandémicas que puedan surgir», explica.
¿Cómo debería ser el panel evaluador?
El panel evaluador, se debe adaptar al contexto y circunstancias. Los científicos proponen el siguiente modelo:
a) Elección de «Chairs» de reconocido prestigio, independientes y sin implicación en el proceso de decisión pandémico en España.
b) Elección posterior de un grupo de expertos/as (paritario, interdisciplinario e intersectorial) por los/las «Chairs», acreditando independencia para formar parte del panel.
c) Constitución de un secretariado independiente (como mínimo: un/a responsable o gestor de proyecto; tres analistas, un lider de edición y otro de comunicación).
«Una evaluación de estas características debe ser multidimensional por naturaleza», sostiene.
Las consideraciones relativas a la gobernanza, preparación y proceso de toma de decisiones abarcan la arquitectura institucional y coordinación entre administraciones, entre servicios asistenciales y de salud pública, y entre atención primaria y hospitales, además de con organizaciones sociales y comunitarias, públicas y privadas en el ámbito sanitario y social.
También hay que revisar la preparación previa (materiales y adiestramiento) para amenazas biológicas de diferente naturaleza, examinando la colaboración bidireccional con el ECDC y con la OMS, y comprobando el grado de cumplimiento del Reglamento Sanitario Internacional.
Adicionalmente, se debería evaluar la gobernanza respecto a las consecuencias económicas y sociales de la pandemia, así como frente al impacto en la desigualdad.
Debe incluirse la valoración de los principios de buen gobierno en la gestión de la pandemia (transparencia, rendición de cuentas, integridad, participación, capacidad, y cumplimiento de la legislación vigente).
El apartado de fuentes y uso de información contempla la organización práctica de la vigilancia y metodología epidemiológica para el diagnóstico de situación. Conocer las definiciones de caso y la modelización explicativa y predictiva de morbilidad y mortalidad.
Debe incluir el uso actual y potencial de «Big Data Science» y de aplicaciones basadas en «Digital Health», e inteligencia artificial, además de otras aproximaciones científicas imprescindibles, como las ciencias sociales.
Paralelamente se han de monitorizar los determinantes sociales, comerciales y ecológicos de la salud y de variables conductuales a nivel de la población.
Y complementariamente, March considera que «es básico revisar conocer la metodología seguida para la fundamentación científica en la toma de decisiones (incluyendo la asesoría científica)».
En relación con las acciones tomadas y razonamiento sobre alternativas disponibles, se debe examinar el impacto económico, social, y de desigualdades sociales en salud. También cuantificar el impacto en condiciones de trabajo, teletrabajo, tele-formación y la posible brecha digital.
También entiende que «son cruciales las acciones relacionadas con los profesionales de la salud, incluyendo la formación en aspectos clínicos, epidemiológicos, de gestión de la pandemia, de rastreo y aislamiento y otros aspectos».
A su modo de ver, la organización y función de salud pública merece especial atención, así como la atención primaria, y atención hospitalaria, considerando las acciones en telemedicina y asistencia a distancia.
Además, el especialista en Salud Publica ve esencial focalizar en residencias de mayores y en centros educativos. «Procede también examinar la investigación en general y sobre Covid-19 en particular», añade.
En cuanto a los aspectos sociales básicos, habría que examinar el nivel de equidad, dado que las desigualdades sociales han contribuido a la transmisión del virus y a su vez se han exacerbado con la COVID-1922. Merece consideración estudiar el grado de participación ciudadana.
March destaca que debe examinarse la intersectorialidad, teniendo en cuenta que esta crisis es también una sindemia con amplias repercusiones económicas y sociales.
Pasando a la comunicación de riesgos, se ha de comprender la coherencia de la estrategia comunicativa25 tanto en prensa, radio y televisión como en redes sociales, incluyendo cómo se han afrontado las «fake-news», y sin olvidar la comunicación mediada por los científicos.
«Esta evaluación pretende obtener resultados que permitan comprender aspectos clave en los ámbitos estudiados». Se trata de preparación, gobernanza, reformas legales/jurídicas para la toma de decisiones en contexto de pandemias, cambios para el fortalecimiento de las estructuras del sistema nacional de salud (atención primaria, hospitalaria, y de salud pública), esquemas de protección social, minimización de impacto económico, educación, reformas sector trabajo/industria; etc.
March espera que la evaluación contribuya a diagnosticar e identificar mejoras de cara al futuro.
«Como consideración final, debemos ocuparnos en mitigar el enorme impacto de la pandemia en términos de salud, disrupción social y sufrimiento en la población, mediante políticas públicas efectivas dirigidas a toda la población (universales) y a la población más desfavorecida (selectivas). Pero a su vez esto debe ser una herramienta para que en el futuro estemos mejor preparados y con más ágil capacidad de recuperación ante las amenazas pandémicas que puedan surgir».
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