Imagen de archivo de una obra parada en Ibiza durante los años de crisis económica. | ARCHIVO

Han pasado diez años desde que el 15 de septiembre de 2008 Lehman Brothers se declaró en bancarrota, siendo posiblemente este el momento en el que se puede considerar el inicio oficial de la crisis económica a nivel mundial, que muchos piensan que todavía sigue porque las clases medias y bajas no han recuperado el poder adquisitivo perdido. Esta quiebra además fue distinta por la falta de rescate sobre el mismo, el mito del ‘too big to fail’ (demasiado grande para caer) había caído.

Balears no quedó al margen de las consecuencias que se derivaron de la quiebra de Lehman Brothers y del tsunami que provocó en las economías europeas al explotar la burbuja inmobiliaria por las hipotecas tóxicas, las denominas ‘subprime’.

Impacto en Balears

El catedrático de Economía Aplicada de la Universitat de les Illes Balears y director de la Fundació Impulsa, Antoni Riera, y el doctor en Historia, en Ciencias Económicas y presidente del Consejo Económico Social de Balears (CES), Carlos Manera, realizan un análisis de lo que pasó, cómo evolucionó la economía balear y qué ha pasado en el tejido empresarial, laboral y social de las Islas.

En lo que ambos coinciden es que después de la crisis y los efectos que se derivaron por la política de recortes a nivel estatal y autonómico, la consecuencia final es que ha mermado la capacidad adquisitiva de los trabajadores de las Islas, con la consiguiente pérdida de bienestar social en sectores claves: educación y sanidad.

El cómo estábamos antes y el cómo estamos ahora, es una cuestión clave y definitoria para el desarrollo futuro de la economía de las Islas por los desequilibrios que crisis ha generado a lo largo de esta década.

Balears en 2008 estaba en máximos históricos en crecimiento del PIB, pero desde 2008 a 2013, según Riera, «la caída fue de 7,8 puntos, con efectos más que preocupantes en el mercado laboral, empresarial y social (ver gráfico adjunto)».

La crisis golpeó duramente al mundo laboral, ya que los ajustes empresariales que se realizaron con la depreciación salarial se ha saldado con un alza preocupante de la tasa de pobreza en las Islas, pese a las temporadas turísticas récord de los últimos cuatro años y aumentos medios anuales del PIB por encima del 3 % desde 2014.

La recesión en el sector de la construcción, comercio, restauración y en la industria provocó que se destruyeran 8.291 empresas en las Islas, el 9 % del tejido empresarial. «Que se haya tardado diez años en recuperar una economía demuestra que Balears ha tenido una capacidad de resiliencia baja, ya que contamos con una economía más saneada pero muy desigual, porque la recuperación no ha llegado a la microeconomía y, en consecuencia, no se ha enjugado la pérdida de bienestar social», puntualiza el director de la Fundació Impulsa.

Incógnitas

El presidente del CES, Carles Manera, puntualiza que existen factores importantes que inciden en la óptica de un nuevo ciclo económico: «La retirada de estímulos monetarios por parte del BCE, lo que se traducirá en una reducción relevante en la compra de deuda pública por parte del banquero central. A esto hay que sumar la reducción de la oferta de petróleo, lo que infiere la previsible subida de precios y, por tanto, del encarecimiento de transportes y producción».

A esto, añade Manera, hay que sumar la previsible subida de tipos de interés que abordará en breve el BCE. El problema de fondo que plantea es que todos los cambios estructurales derivados de la crisis económica «han propiciado un mayor precariedad laboral y salarial».

En su análisis de la recuperación económica española y balear desde 2014, el catedrático de Historia Económica afirma: «La recuperación obedece, de forma directa, a cuestiones exógenas, no endógenas en ambas economías. Y se está produciendo, además, una desaceleración de la economía global».

Manera, que a finales de julio presentó en el Instituto Tecnológico de Masschusetts un estudio, realizado en colaboración con el economista Javier Franconetti, sobre la resiliencia económica regional, indica que este término económico da a conocer la capacidad de salir airoso de momentos de crisis «y Balears ha tenido una resiliencia muy superior a la del resto de comunidades autónomas por su especialización y depender del sector servicios: el turismo».

Cantidad y calidad

La opinión de Riera sobre la salida de la crisis es un tanto dispar: «Considero que hemos basado el crecimiento económico en la cantidad y no en la calidad. Esto se ha traducido con que a lo largo de estos años de crisis y de beneficiarnos de un flujo turístico prestado de otros destinos, el resultado final es que tenemos un sistema económico poco productivo. Este desequilibrio se tiene que corregir a corto y medio plazo».

Durante los años de bonanza turística (2014-2017) la planta hotelera balear ha aprovechado esta coyuntura favorable para renovar la oferta de alojamiento. Riera ve en esto una apuesta inteligente y estratégica «porque la mejora de esta oferta hotelera, ahora modernizada, se ha traducido en un alza de los precios».

Considera que a raíz de la crisis se ha aprendido de los errores «pero el objetivo de recuperar los ratios y niveles de antes de la crisis ha puesto de manifiesto que hay toda una serie de desequilibrios económicos que hay que resolver».

Una de las principales preocupaciones que todos los economistas ponen encima de la mesa es la evolución de la deuda pública, que en su opinión va a generar problemas estructurales a nivel autonómico, del país y europeo.

«Se ha producido un deterioro de las infraestructuras públicas por falta de inversión, ya que el dinero se ha dedicado a gasto social. Se ha priorizado mantener la cohesión social», afirma Riera.

En la evaluación del comportamiento del sistema bancario, todos los economistas coinciden en que el Banco de España debería de haber actuado con más contundencia para evitar los desfases crediticios, deuda y falta de liquidez.

Otro problema vital para Balears es que «la renta per capita ha ido a la baja, lo que merma la calidad de vida de los ciudadanos de las Islas en esta recuperación sui generis de la economía», indica el director de Impulsa.

La conclusión es que se ha salido del túnel, pero por el camino se ha perdido bienestar social y la clase media de las Islas ha perdido peso específico por la precariedad laboral.

El poder adquisitivo está en mínimos, como consecuencia de los recortes salariales y, además, a nivel de gasto por persona se está por debajo de los años previos a la crisis y esto, según los expertos economistas, es lo que hay que solventar para mejorar la calidad de vida de la sociedad balear.