Durante casi toda su historia y casi hasta hoy Correos fue uno de los organismos que vertebraban España con funcionarios ejemplares. Uno de ellos fue el cartero Bartolomé Torres Planells, asesinado por los milicianos en Formentera con apenas 32 años junto con varios sacerdotes y seminaristas y otro, tal vez el más notable fue, sin duda, el intelectual ibicenco Enrique Fajarnés Tur (Ibiza, 1858 – Palma de Mallorca, 1934 ).
Nuestro protagonista además de médico – se licenció en la Barcelona de 1880 –, fue uno de los historiadores más modernos que tuvo Baleares. Abrió nuevos caminos en demografía, antropología, estudio del clima antes del cambio climático y Greta, las epidemias de sarampión, las luchas sociales en los siglos XVI y XVII, la historia de los caminos y de Correos, la historia de la pobreza, la medicina, la nupcialidad o los bautizos. Mientras sus colegas seguían haciendo historia política mayormente, él comenzó a desgajar aspectos de la historia económica, del famoso cuantitativismo que se pondría de moda en la pasada década de los ochenta y que tuvo un nutrido cúmulo de historiadores en la UIB, con una obra más bien laxa.
Fajarnés fue pionero en Baleares en hacer tablas y en cuantificar las cosas pero a diferencia de sus colegas posteriores también era capaz de enarbolar un análisis de calidad. Hombre de valía, aprobó las oposiciones al cuerpo de Correos en 1881. Por su capacidad de gestión, rápidamente ascendió siendo prácticamente hasta 1907 quien mandaba y organizaba las estafetas baleáricas. Estuvo destinado, para que se curtiera un poco, a Palencia, Albacete y Madrid. También estuvo un tiempo en Correos de la ciudad de Córdoba desde donde fue destinado a la Inspección General en Madrid. Por si fuera poco fue profesor de la Escuela Nacional de Correos y escribió una historia de esa institución. En Palencia desarrollo una estupenda labor hacia 1890 y allí escribió su artículo Correo del ejército del duque de Crillón en la isla de Menorca que publicó en la prestigiosa Revista de Menorca.
No debía ir muy apurado, Enrique Fajarnés, en su función pública porque tuvo mucho tiempo para investigar y para escribir cientos de monografías que, por cierto, repartía muy bien porque las mandaba a los periódicos nacionales más importantes, a las mejores revistas de su tiempo, a las bibliotecas e, incluso, al mismísimo escritor, filólogo, crítico literario e historiador de las ideas, Marcelino Menéndez Pelayo. De hecho, una de las curiosidades de nuestro protagonista es que mandaba separatas de sus estudios a muchos sitios. Los folletos balearistas de Farjarnés eran muy bien recibidos, por ejemplo en la Biblioteca Pública de Mahón, en Menorca, donde siempre hubo y hay un núcleo de gente de alta cultura, la del Ateneo y la que escribía en la Revista de Menorca.
Como bien señaló el registrador de la propiedad con plaza en la ciudad de Eivissa a finales del siglo XIX, Navarro Reig, Fajarnés i Tur «es un escritor laborioso y concienzudo que procura el lustre de Eivissa». A la isla dedicó innumerables opúsculos como el titulado Bosquejo histórico del correo en la isla de Ibiza en el que nos ilustra sobre el primer vapor-correo entre Palma y Eivissa, creado en 1852 o el servicio de correo diario a Formentera desde 1862..
DEJÓ SU HUELLA A SU PASO POR PALMA
Por el periódico menorquín El Bien Público sabemos que en 1881 el Fajarnés fue nombrado administrador de Correos en Palma en sustitución de José Tur Llaneras, también ibicenco y probablemente su mentor. Un año después la gestión de Fajarnés ya se notaba: Palma pasó de tener nueve apartados de correos a razón de 180 pesetas su alquiler anual, a tener veinte que costaban el doble, 400 pesetas. Hay que tener en cuenta que por aquel entonces, en Madrid, con 90.000 habitantes, había 224 apartados de correos.
Pronto cuajó el ibicenco en el mundillo cultural palmesano. Por ejemplo, en 1884 dió una conferencia en la Escuela Mercantil. A finales de ese mismo año Juan Tur volvió a llevar la administración de Correos de Palma y a Fajarnés lo destinaron a la de Ibiza. No perdió el tiempo porque dos años después dio a la imprenta su ya mencionado Bosquejo histórico del correo en Ibiza.