Vivimos en una sociedad que va tan rápido, que vive tan al día y tan urgente, que por lo general nunca tienes tiempo para echar la vista atrás. Al final, estamos metidos en una vorágine de tal magnitud que no nos damos cuenta que los días, los meses y los años van pasando sin que nos demos cuenta por más que el espejo y tu cuerpo se empeñen en lanzarte mensajes. Y esto es lo que me ha sucedido cuando me he sentado a escribir esta pequeña reflexión sobre los primeros diez años de historia de Periódico de Ibiza y Formentera. Aún recuerdo como si fuera ayer cómo cerró el Última Hora, cómo dejamos atrás la antigua sede de la calle Vía Púnica, dejando atrás una redacción magnífica y cómo al siguiente día nos fueron llamando a varios de los que allí estábamos. Nos recibió en unas instalaciones totalmente diferentes el primer director de este periódico, Joan Mestre, y tras algunas negociaciones poco a poco algunos nos fuimos sumando a una pequeña redacción que también encabezaba Rafel Gallego con el que tanto aprendí y con el que tanto me reí durante los meses que estuvo en Ibiza. Él no fue una excepción ya que en el tiempo que estuve en Periódico de Ibiza y Formentera tuve el privilegio de coincidir con gente maravillosa que me han enseñado muchísimas cosas pero, sobre todo, lo que significa la palabra compañerismo. En mis años de la universidad y luego con los años de experiencia he descubierto que el periodista no tiene horario ni fecha en el calendario y que eso es duro si no se tiene un equipo tan bueno como con el que yo coincidí. Son muchos y seguramente me dejaré a algunos en el tintero y por eso es mejor no citarlos porque ellos saben quienes son. A todos vosotros gracias por estos años increíbles, por hacerme partícipe de vuestra historia y por enseñarme cómo los medios de comunicación evolucionan que es una barbaridad.