Sergio García. | Toni Planells

5 de febrero de 2018. Aterricé en una Ibiza lluviosa, un día de perros. La isla me preparaba una bienvenida típica de mi tierra, Asturias. ‘Mamá, ya aterricé y llueve’. ‘Hijo, si se enteran, te mandan al Sáhara’. Y así empezó una andanza en las Pitiusas en las que el vehículo principal fue Periódico de Ibiza y Formentera. Una redacción pequeña, familiar y un aprendizaje a contrarreloj para hacerme con una isla que, más allá de la problemática de los desorbitantes precios del alquiler, me ha acogido bien. También tenía la suerte de contar con un amigo ibicenco que me introdujo en su grupo y allanó todo lo que no es profesional. En cuanto al periódico, no puedo negar que los deportes me han dado más alegrías que decepciones en estos seis años. Empecé con un partido del Formentera que escuché por la radio porque no se televisaba. «Cap a… Cap a… Cap a…» No se paraba de repetir esa expresión y me vi obligado a preguntar que qué significaba, que no podía ser que le estuviesen dando todo el rato de cabeza. Ese fue el inicio de un camino que me ha llevado a vivir como un ibicenco más los grandes momentos del deporte pitiuso. Aunque a veces uno mira con asombro que quizás les ponen algún que otro palo en las ruedas... A buen entendedor... Más allá de eso, quién me iba a decir hace una década que iba a vibrar y sufrir por un chaval de Santa Eulària que se quedó a escasos metros de colgarse una medalla olímpica en Tokio. Que la Peña, el Formentera, el CD Ibiza, la Penya Independent, el Sant Jordi, el Portmany y el Inter Ibiza me regalarían ascensos. Balonmano, baloncesto, voleibol, bádminton… En un sitio tan pequeño terminas tocando todos los palos. Y el cielo se tocó en Badajoz en el que, con permiso de Marc Tur, quizás sea el día más grande del deporte ibicenco.

Así que, seis años después y gracias a las oportunidades de Periódico de Ibiza y Formentera, que ya es mi casa, puedo decir con orgullo que soy un ibicenco más. Un ibicenco de Asturias.