Juan Mestre.

Recuerdo como si fuera hoy mismo el día que llegué a Ibiza hace diez años para iniciar la puesta en marcha del Periódico de Ibiza y Formentera. El día anterior había acabado mi etapa en IB3 y, sin tiempo para digerir lo que me iba a ocurrir, preparaba una gran maleta para iniciar una aventura periodística que quizás de manera inconsciente acepté liderar tras una comida con Toni Planells en un restaurante del Paseo Marítimo de Palma.

Aquel 14 de junio de 2014 cogí mi coche, embarqué a primera de la mañana en el puerto de Palma con mi coche, y aproximadamente a las 10 horas me dirigí a la Redacción del Periódico, donde solo había estado una vez casi de incógnito porque aún no se había hecho oficial mi renuncia en IB3. Para llegar a la Redacción tuve que utilizar el gps del móvil y allí me esperaban los que serían los nuevos redactores. No conocía a ninguno de ellos y a todos ellos les comenté las condiciones laborales. La verdad es que en varias ocasiones sentí el vértigo de lo que me esperaba, pero intenté disimular lo mejor que pude.

La primera decisión era formar un equipo, que se nutrió en parte de algunos de los periodistas de la antigua Ultima Hora Ibiza. El problema es que no habría ningún periodo de transición y los periodistas contratados no podían empezar al día siguiente por temas legales. Por lo tanto, empezaban los primeros problemas porque sin periodistas hacer un diario es complicado, y mucho más si empiezas en fin de semana.

Recuerdo perfectamente la primera portada, que tengo enmarcada en mi casa de Palma. El periódico abrió con una noticia de Can Misses, que no era nada del otro mundo, pero al menos sirvió para iniciar la nueva etapa. El domingo tuvimos que hacer de nuevo otro periódico prácticamente sin equipo y los que han trabajado en un diario saben que, aunque no sabemos cómo, la edición se acaba cerrando, mejor o peor, pero nunca falla en los quioscos. Es realmente milagroso

Las primeras semanas fueron complicadas porque había que ir formando el equipo sobre la marcha, aunque desde el primer día tuve claro que Periódico de Ibiza intentaría ser diferente a Diario de Ibiza, que tendría otro estilo y, evidentemente, otra línea editorial muy diferente y definida. Durante estos diez años, durante los cuales he sido director casi seis, siempre he respetado profundamente a nuestro competidor por su historia e implantación en la vida social ibicenca. Pero nunca me he querido parecer a ellos, como saben todos los que han trabajado conmigo durante mis dos etapas como director.

Me consta que durante aquellas semanas que comenzaba a caminar Periódico de Ibiza y Formentera muchos esperaban nuestro fracaso. Algunos decían que éramos una hoja parroquial (porque en Ibiza todo se sabe), otros enviaban mensajes con emoticonos riéndose de nuestro trabajo, pero al mes de su nacimiento Periódico de Ibiza publicó una de las grandes exclusivas que se recuerdan en Ibiza: la crisis de los whatsApp,    que provocó una crisis sin precedentes en la política ibicenca.

Miren por donde la modesta hoja parroquial de la que nadie daba unos meses de vida consiguió forzar la dimisión de la entonces alcaldesa de Vila y de gran parte de su equipo de concejales gracias a una investigación periodística de altura, a pesar de los limitados medios con los que contamos. Diez años después puedo desvelar que el titular de portada y la noticia principal de aquel escándalo solo la conocíamos el redactor jefe y yo mismo y la metíamos en la publicación cuando todos los periodistas se habían marchado a casa. Había que evitar filtraciones y, sobre todo, intentos de presiones políticas, que por otro lado hubiesen tenido muy poco recorrido.

Esa noticia marcó nuestro renacimiento como medio de comunicación. Nos hizo sentir muy vivos y orgullosos. Nos hicimos respetar por muchos de los que durante semanas se reían de nosotros. De hecho, nuestro periódico se podía ver en gran parte de los bares de la isla y otros medios tuvieron que citarnos en multitud de ocasiones por exclusivas que íbamos publicando. Un periodista nunca espera que un colega le reconozca sus éxitos, pero esa noticia marcó nuestra existencia como medio de comunicación en Ibiza y Formentera.

Diez años después puedo afirmar que haber iniciado aquella aventura ibicenca fue posiblemente la mejor decisión profesional de mi vida, aunque algunos no la comprendieron en ese momento, y que tuve la suerte de compartir grandes momentos con periodistas excelentes, algunos con poca experiencia, y que en aquella en pequeña Redacción se han vivido instantes realmente inolvidables, de satisfacción por algunas exclusivas conseguidas y, sobre todo, de orgullo. Les puedo asegurar que en Periódico de Ibiza se han vivido momentos mágicos porque se ha hecho periodismo de verdad, y en muchos momentos nos hemos divertido en una profesión que da muchos más disgustos que satisfacciones.

No quiero acabar este artículo sin destacar la valentía de los hermanos Toni y Pepe Planells en iniciar un proyecto cuando lo habitual hace diez años era cerrar periódicos y no precisamente abrirlos. La sociedad ibicenca debe valorar a aquellos empresarios que arriesgan y doy fe que un periódico hoy en día es un negocio de riesgo. Y también agradecerles que me hayan hecho sentir un miembro más de su familia durante los años que he estado en Ibiza. No sé muy bien si Toni y Pepe eran muy conscientes de dónde se metían al poner en marcha un periódico en tiempos donde el papel vivía ya una profunda crisis, pero realmente fue una bendita locura que ya cumple diez años de vida. Y eso nadie nos lo podrá arrebatar nunca.