Eivissa celebra este miércoles 4 de diciembre sus primeros 25 años de vida como Patrimonio de la Humanidad. Y, más allá del reconocimiento que implica para la ciudad en sí, está la importancia que tiene para sus gentes y el valor de lo que simboliza esta importante declaración.. Juan Mayans es uno de los vecinos de siempre del barrio de la Marina. Como gerente de la Administración número 1 de Ibiza de la calle Aníbal, que antaño fue de su abuelo luego de su padre y él pasó a dirigir en el 1998 justo un año antes de la famosa declaración. Para él, este reconocimiento supone «poner en valor los valores de Ibiza, Dalt Vila y su casco antiguo, lo que ayudó y sigue ayudando a que venga gente por cosas que vayan más allá del sol y playa».

Después de tantos años, Mayans argumenta que toda la zona parece haber cambiado de una manera notable: «Las casas pequeñas, de gente que vivía por aquí, se fueron cambiado durante los años 60 y 70. Se revalorizó la zona, y las nuevas tiendas, con ese espíritu hippie, fueron creciendo. Las farmacias y yo somos de los pocos que seguimos al pie del cañón después de tantos años», rememora este conocido vecino y empresario de la zona.

Una de las personas que más ha hecho por el reconocimiento de Ibiza, y de su tradición, desde su negocio particular es Elisa Pomar. Tanto ella como sus padres nacieron en la Calle Castelar, donde se dedicaban a la joyería. Con tan solo 17 años comenzó a dedicarse al negocio familiar. «En aquella época nadie quería saber nada de la joyería ibicenca. Estaba considerada como algo de las abuelas. Y yo quería que eso cambiara», explica.

Sobre el reconocimiento de Eivissa como Patrimonio de la Humanidad, la empresaria Elisa Pomar asegura que «es algo muy positivo, que nos honra. Hemos de estar muy contentos por ello, es un honor». Sin embargo, apunta a no quedarse ahí sino que hay que seguir trabajando por mantener y conservar esta importante declaración patrimonial y seguir mirando hacia adelante. «Hemos de seguir trabajando porque nuestra ciudad cada día sea un poco mejor», afirma. Elisa Pomar quiere hacer una reflexión sobre la isla y el valor que ésta tiene: «tú viajas por cualquier sitio del mundo, y hay sitios preciosos, pero Ibiza es otra cosa. Tiene una energía especial. Todo el mundo que llega a Ibiza se enamora y quiere vivir aquí». A ello, añade que «todos los que queremos a nuestra isla hemos de trabajar porque esto perdure en el tiempo».

A escasos metros de la tienda de Elisa, hace ya más de 80 años, siete hermanos judíos de origen alemán fundaban un restaurante que, en 1941, cambiaría de dueño pero, como homenaje a los antiguos propietarios, adoptaría el nombre del mayor de los hermanos. Este lugar es Ca n’Alfredo y, Juan Riera, su actual propietario e hijo del anterior, ha vivido muy de cerca estos últimos años.

«Incluso, la gente que venía a hacer el dictamen para el nombramiento, venía a comer aquí», asegura.
Sobre que supone dicho reconocimiento, Juan opina que «para Ibiza supuso un logro muy importante -recalcando varias veces el muy-. No todos los sitios pueden decir que son Patrimonio de la Humanidad. Hay muchos sitios que les encantaría serlo y son muy bonitos, y no pueden presumir de ello».

La casualidad ha hecho que si este miércoles se conmemoran los 25 años de la declaración de Ibiza como Patrimonio de la Humanidad, el Teatro Pereyra de Ibiza celebre también en este 2024 sus 125 años de historia. Fue en abril de 1899 cuando este emblemático lugar abrió sus puertas por primera vez y fue el pasado mes de mayo cuando, tras una ambiciosa reforma, el teatro volvió a abrir, dinamizando al mismo tiempo el casco histórico de Vila, tan cercano a los bienes patrimoniales.

Pedro Matutes, propietario del Pereyra, considera que el teatro es realmente importante para esta zona de la ciudad, jugando un papel similar al que ya desempeñó en el momento de su apertura, cuando se convirtió en el punto de encuentro de la sociedad ibicenca. En este sentido, Matutes recuerda su objetivo de mantener una programación de actividades durante todo el año.

Buen conocedor del sector turístico de Ibiza, Matutes resalta la importancia de una declaración como la de Patrimonio Mundial puesto que un organismo externo de prestigio como pueda ser la UNESCO certifica que la isla cuenta con una serie de bienes «dignos de visitar». «Cuando hay gente que, en general, no tiene demasiado conocimiento de cómo es Eivissa históricamente hablando, la declaración es una forma de llegar a ella, transmitiendo unos valores y una realidad que a lo mejor no conocería de otra forma», asegura. En relación a los principales activos patrimoniales de Eivissa, Matutes cree que la declaración es también un gran instrumento para que los visitantes y residentes sean más conscientes de la importancia de cuidar bienes como la posidonia o Dalt Vila.