«Al principio fue más bien una broma», ha comentado a la agencia de noticias dpa, explicando que un amigo le llevó a él y al también tenista Hannes Wagner a ese supermercado ubicado en el distrito de Múnich.
«Sólo queríamos ver si es agotador, si es un desafío, levantarnos temprano y ordenar los estantes, hacer un trabajo bastante tonto», ha añadido Krawietz, confesando su sueldo de 450 euros al mes y sus madrugones a las 5.30 horas cada día.
Ganar el título de Roland Garros en 2019, junto a su compatriota Andreas Mies, le valió a Krawietz un suculento premio de casi 1 millón de euros sobre la tierra batida parisina. Pero ahora la pandemia de la COVID-19 ha provocado un cambio en su perspectiva vital.
«Tenemos un gran respeto por los trabajadores. Todos hacen bien su labor, nadie está de mal humor. Y eso nos sorprendió», ha señalado. «Por supuesto, hay momentos en los que digo que ya no puedo molestarme más», ha declarado.
Igualmente, Krawietz ha analizado los momentos de mayor agobio con los clientes que no respetan las medidas preventivas de sanidad. «Ahora viene lo difícil», reflexiona para sí mismo mientras mira el reloj, procurando calmarse ante una situación complicada.
Además, esta experiencia le ha servido para valorar «lo genial» que es ser tenista profesional y ya ha dicho que le gustaría participar en una nueva serie de torneos a puerta cerrada propuestos por la Federación Alemana de Tenis (DTB) a partir del 8 de junio.
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