La batalla entre Froome, Quintana y Purito desalojó del podio a Contador (Saxo) y el español acabará cuarto a 7.10 minutos del ciclista británico, que ya tiene alfombra roja para entrar en París como vencedor final y además como rey de la montaña.
Froome, de 28 años, está a punto de suceder en el palmarés del Tour a su compañero y compatriota Bradley Wiggins. Superior a todos sus rivales, trató de poner la guinda con el triunfo de etapa en Semnoz, pero se encontró con Nairo Quintana, la revelación de la carrera, quien con solo 23 años y en su primer Tour pasó a la historia del ciclismo colombiano.
Fabio Parra fue tercero en 1988. Desde entonces los «escarabajos» habían desaparecido del libro de oro, pero el escalador de Boyacá está a punto de subir un peldaño más arriba.
El maillot blanco de mejor joven confirmó su papel protagonista en solitario, señalando un corazón al cruzar la línea, con tiempo para saborear su hazaña. A 17 segundos llegó Purito y a 29 Froome. Nunca un corredor sudamericano había volado tan alto.
Fiesta también para Purito. Otro «joven» de 34 años con dos terceros puestos en la Vuelta y un segundo en el Giro. Le faltaba lucir en el Tour. Por la mañana dijo que iba a «morir matando». Dicho y hecho. Lanzó la moneda en el último gran puerto de la presente edición y cayó de cara.
La cruz, y muy pesada, para Alberto Contador, en una de las etapas más aciagas de su carrera. Golpe duro al verse fuera del podio, un hábitat inusual para el único ciclista español que ha ganado las tres grandes por etapas.
El madrileño no estuvo en la pelea. Se sabía que la vigésima etapa entre Annecy y Semnoz, una jornada corta con 6 puertos, era el último cartucho para definir el podio y que no valía reservarse, excepto para Froome, que tenía un colchón de más de 5 minutos.
Anulado el alemán Jens Voigt (Radioshack) como último superviviente de la escapada del día a pie del inédito puerto, de 10 kilómetros de ascenso al 8,2 por ciento, el guión hasta meta lo quiso marcar el Sky, y Nairo se lo saltó a la torera.
La clave llegó a 8 kilómetros de meta. Después de las labores de aproximación a cargo del Movistar, Chris Froome metió la directa, descolgó a Contador y se llevó a Purito y Quintana. Ya estaba hecha la selección del podio.
Comenzó otra fase, la lucha por la etapa. Fue como una partida de ajedrez. Purito recriminó a Quintana que no moviera ficha en los relevos. El «escarabajo» se hacía el sueco, por lo que el español decidió tirar a muerte para asegurar el podio. Las noticias eran buenas desde el coche del director. Contador ya cumplía papeles de actor secundario: reservar fuerzas para no perder el reloj entero.
El líder quería más, rematar su primer Tour con la cuarta victoria de etapa. Después de propinar un mandoble al típico espectador que se dedica a molestar a los corredores gritándoles en la oreja, el keniano blanco volvió a sacar el «molinillo» a 1.500 metros de la cima.
Quintana, que parece que sube los puertos sin respirar, con su cara tostada impasible al gesto, alcanzó a Froome y le remató con un contragolpe decisivo. El vuelo del cóndor colombiano hasta posarse en la cima de Semnoz. Juventud, divino tesoro. «Hay Nairo para rato», dijo.
Vencedor del Tour del Porvenir en 2010, avisó ganando la Vuelta a Murcia un año después y en la presente temporada se adjudicó la Vuelta al País Vasco. Vino al Tour a aprender, como gregario de Alejandro Valverde. Y ha terminado como capitán general del Movistar.
El de Tunja, criado a 3.000 metros de altura y curtido con una bicicleta de 20 kilos que usaba para ir al colegio cuando era niño, ha aprendido rápido. El Tour ya le espera para el año que viene. Ya sabe volar en solitario.
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