REAL MADRID: Prigioni (5), Llull (7), Velickovic (1), Reyes (6) y Tomic (2) --cinco inicial--; Rodríguez (5), Tucker (8), Mirotic (15), Suárez (16) y Fischer (4).
POWER ELECTRONICS VALENCIA: Cook (11), Martínez (19), Javtokas (-), Claver (7), Savanovic (6) --cinco inicial--; Agustin (2), Lishchuk (2), Navarro (3), Pietrus (-) y De Colo (9), Fernández.
PARCIALES: 11-14, 16-21, 19-13 y 23-11.
ARBITROS: Martín Bertrán, García Ortiz y Bultó. Eliminado por faltas personales Sergio Rodríguez (min.35) en el conjunto merengue.
El Real Madrid conquistó su clasificación para la final de la Copa del Rey en un partido que tuvo perdido durante muchos minutos y en el que supo sufrir sin bajar los brazos para apear a un Power Electronics Valencia, que se derrumbó en el momento decisivo (69-59).
Los de Ettore Messina, tras una primera mitad aciaga en ataque (27-35), llegaron a estar hasta 13 puntos por debajo (27-40), pero no perdieron la calma, siguieron trabajando en defensa, hasta que encontraron las ideas en ataque liderados por Sergio Rodríguez, que volvió a asumir responsabilidades, incluso en los peores momentos y con la ayuda de Carlos Suárez y Nicola Mirotic.
Un triunfo que supone una nueva prueba de madurez para el equipo de Ettore Messina, que mantiene su racha inmaculada en 2011, y que el domingo tendrá un envite crucial en busca de un título que se les resiste desde 1993 y que el año pasado se les escapó en el último partido.
De salida, el Messina apostó en el cinco inicial con Velickovic para frenar a Víctor Claver, que había sido vital en el triunfo de los 'taronja' ante el Blancos de Rueda Valladolid y su equipo salió con la consigna bien aprendida de apretar en defensa para ahogar las líneas de pase del rival. Y esa faceta les funcionó, pero no el ataque.
Sin ideas claras, y con poco acierto, el Real Madrid tardó más de cinco minutos en anotar la primera canasta en juego, por medio de Sergio Llull (5-6) y sólo tres más sumó en el primer cuarto, por lo que de poco le sirvieron los balones que pudo robar. Mientras, el cuadro valenciano, aunque acusaba la presión, tuvo la paciencia necesaria para mover el balón e ir poco a poco aumentando su casillero y superó los diez primeros minutos con un 11-14 y sus puntos repartidos entre ses jugadores, lo mismo que el Real Madrid.
El segundo cuarto comenzó con idéntico panorama, muy buena presión defensiva de ambos, una lucha a cara de perro en la zona y la misma preocupante incapacidad de los blancos para anotar lo que se reflejó en un 13-20 tras una acción polémica que le costó la técnica a Prigioni y el primer susto a la parroquia de Chamartín.
Sin embargo, los blancos no salieron muy dañados de esa acción, que, además, pareció servir como revulsivo (21-21) gracias a Carlos Suárez y Felipe Reyes. Pero los 'naranjas' ni se inmutaron y siguieron con un trabajo de categoría en defensa, fuertes y contundentes, y mucho más frescos en ataque liderados por un Rafa Martínez incansable y certero.
El Real Madrid se mantuvo en el partido con dos triples de Llull y Tucker, mientras los valencianos iban abriendo la brecha y desquiciando al rival, que se retiró a los vestuarios con un 27-35 preocupante y resignados a recibir la bronca de Messina.
MAXIMO RIESGO.
Que tampoco sirvió de mucho, porque los de Svetislav Pesic salieron de nuevo como una apisonadora (27-40). Pese al golpe, los blancos no bajaron los brazos, y cinco puntos de Carlos Suárez y dos de Llull y Tomic volvieron a darles aire (36-40). El partido entró en un 'impas' con las distancia entre cuatro y nueve puntos y sin noticias del juego interior del Real Madrid en ataque.
Un par de buenas defensas volvieron a colocar a los blancos en órbita y un triple de Sergio Rodríguez redujo la distancia a sólo dos puntos de cara al último cuarto (46-48), que comenzó con otro enceste de tres de Tucker que puso por delante a los madridistas por primera vez en todo el partido.
Otros dos triples (Suárez y Mirotic) dejaron ya constancia de que el escenario iba a ser diferente (55-54, min.35) y el Power Electronics tenía ante sí el reto de saber manejarse estando por debajo en el marcador, algo que no fue capaz de hacer y acabó echando por tierra el trabajo realizando en 35 minutos con un pésimo último cuarto.
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